—Yo te quiero a mi lado.
Esa era la frase que mis pelas había usado. Ellos sonreír, no dije nada más, solo sonreí como una tonta. Era una migajera, ridícula y patética, porque aunque yo sabía que eso número decía a mí, sino a Luisa, no pude evitar sentir calidez en el estómago. No pude evitar fantasear que eso me lo decía a mí, a Alana. Siempre había querido que me hablara de esa forma, y lo había hecho en los primeros años de relación, mientras todo era más bonito, mientras su manipulación me secaba. Pero después…
Y mis fantasías nocturnas imaginaba que utilizaba esa y muchas frases para pedirme perdón, para decirme que estaba profundamente arrepentido de lo que hizo, que justamente había cambiado de parecer. Pero no era más que —como lo mencioné— fantasías nocturnas inútiles, inservibles y patéticas. Solamente era un pedazo de corazón que todavía sentía cosas por él. Pero tenía que arrebatar ese pedazo de corazón de mi cuerpo, tenía que arrancarlo de mi ser, porque aquello no podría