—¿Alana Valenko? —dijo él, levantando un poco la voz.
Entonces yo levanté mis manos en el aire para que se calmara. No quería que, por casualidad, alguien lo escuchara.
—Pero las noticias salieron hace muchos meses, cuando se destapó el escándalo y Nicolás logró limpiar el nombre de su familia. Dicen que moriste en un accidente…
Yo me crucé de brazos. Toda la tensión que había sucedido en esos minutos me tenía al límite. Apenas me había recuperado de mi parto y las energías aún me fallaban. Así que me recosté en una de las puertas del elevador, cruzando mis brazos con fuerza.
—Todo fue una mentira.
Él abrió los ojos.
—¿Entonces tu hijo es hijo de Nicolás?
No pude mirarlo a la cara cuando asentí con la cabeza.
—Así era —le dije—. Nicolás era el padre de mi hijo.
El hombre se recostó pesadamente en la pared de metal y lanzó un gran suspiro. Su bata blanca se manchó un poco con el óxido que había en el metal.
—¿Fingiste tu muerte? —me preguntó.
Y yo asentí.
—Así como lo ves, eso fue lo q