BASTIÁN LEBLANC
Miré a Mindy con desprecio y algo de asco, recordando cada noche que tuve que obligarme a ver en ella, en su piel, a Andy. Me sentía miserable de que ese niño creciera en el vientre de Mindy y no en el de la mujer que amaba.
—¿Y qué quieres que haga con esa información? ¿Qué me lance a tus pies y prometa criar a este niño contigo? ¿Quieres que acepte reemplazar a Damián? —pregunté con media sonrisa y cada palabra llena de sarcasmo mientras deseaba que mi café de pronto se convirtiera en vino, era lo mínimo que necesitaba para lidiar con esta situación—. Si es así, perdiste tu tiempo. Yo no voy a caer en tu trampa.
—No es una trampa —dijo entre dientes y agachando la cabeza&md