ANDY DAVIS
Ni siquiera pude contestar cuando sus labios se posaron suavemente sobre los míos. Apenas era una ligera presión, pero fue suficiente para arrancarme todo el aliento y acelerar mi corazón hasta hacerlo explotar. Mi mano se posó en su mejilla, sintiendo ligeramente lo rasposo de su barba que comenzaba a brotar.
—¡Awww! ¡Qué bonito! —exclamó Victoria con tono meloso.
—¡Yei! ¡Lo hizo, besó a mamá! —segundó León y pude escuchar como chocaba la mano con su hermana, en símbolo de victoria.
Salieron corriendo hacia los juegos, satisfechos con lo que habían provocado, mientras yo posaba mis manos sobre el pecho de Damián, alejándome d