ALEXEI MAKAROV
—No tienes que preocuparte por mí… —susurró Nadia mientras compartíamos silencio en la cocina—. Estaré bien.
¿Sería egoísta de mi parte aclararle que no me importa lo que hiciera ni lo que le pase?
—Nunca has hecho nada parecido… ¿Por qué ahora? ¿Quieres convencer a papá de que no solo eres una cara bonita? —dije mientras tomaba un vaso de agua, entonces sentí su mirada penetrante. Me hizo recordar a cuando éramos niños y la ofendía sin intención—. Si es una manera de compensar tu matrimonio fallido con Lucien, créeme, no es necesario. A papá ya ni siquiera le importa.
—A ti tampoco te importó… ¿verdad? —preguntó con voz quebrada—. No te importó si me quedaba con él, si le daba hijos, si nunca podía regresar a Rusia. No te importó pensar que tal vez no nos vol