MOLLY DAVIS
Me quedé apoyada en el marco del ventanal, viendo la alberca iluminada por el sol y el follaje de los árboles que se balanceaba con la caricia del viento, mientras que mis manos se posaron inconscientemente en mi vientre. Aunque por fuera no parecía que nada estuviera fuera de lugar o diferente, por dentro mi cuerpo estaba cambiando, era extraño, inexplicable, pero podía sentirlo.
De pronto la puerta sonó, apenas un par de golpecitos.
Alexei no hubiera golpeado, así que me acerqué con curiosidad, no vi ninguna sombra por el borde inferior de la puerta, lo cual me dejó confundida. Entreabrí la puerta lista para correr a cualquier sirvienta que quisiera traerme comida envenenada, pero no había nadie. Abrí más la puerta y not&e