LUCIEN BLACKWELL
Llegué a la dirección indicada. Alcé la mirada mientras veía la inmensidad de la propiedad. Era una residencia psiquiátrica abandonada. El letrero colgaba como una guillotina a punto de cercenar mi cabeza, sobre las puertas entreabiertas y desvencijadas. Cuando empujé una, chirrió como si estuviera matando a un gato.
Volteé a mi alrededor, asegurándome de que nadie me hubiera escuchado, pero era imposible pues la civilización había quedado muy atrás. La casa más cercana a este lugar estaba a kilómetros.
Saqué mi arma y tiré un par de disparos al cielo y esperé, incluso ahuequé mi mano junto al oído, esperando escuchar patrullas, pero el eco de los disparos se disolvió y el silencio volvió a asentarse mientras mi sonrisa se hacía cada vez más grande.
—No era necesario disparar… —dijo Nick viéndome como si fuera un exagerado. Me hizo un movimiento con la cabeza para que lo siguiera por los amplios jardines llenos de maleza y plantas muertas que rodeaban el lugar. Pare