LUCIEN BLACKWELL
—Debes de creerme cuando te digo que nunca tuve la intención de lastimarla, nunca quise tirarla desde el primer piso, pero ella me atacó con un cuchillo. ¡Lo clavó en mi pantorrilla la hija de puta! —gritó Bastián furioso, escupiendo sangre y saliva cada vez que hablaba, hasta que de una bofetada lo hice callar.
—¡Le rompiste la espalda! ¡La dejaste sin piernas! —grité furioso, lo tomé por el cabello y comencé a golpearlo con cada palabra que salía de mi boca—. ¡No sé si volverá a caminar! ¡Ella no se lo merecía! ¡¿Cómo pudiste lastimar a la mujer más dulce y pura?! ¡¿Cómo te atreviste a lastimar a mi mujer?!
Retrocedí un par de pasos antes de intentar recuperar la compostura, mientras la cabeza de Bastián colgaba, inconsciente.
—Lo despertaré… —dijo Shawn con un suspiro y se acercó a una de las tinas de acero que tenían agua fría y estancada, de esa de color verde oscuro con consistencia viscosa. Llenó una cubeta y cuando estaba listo para echársela encima a Bastiá