Capítulo 55

Alexander

Las armas estaban frente a mí, alineadas como soldados preparados para la batalla. Mis manos, ya acostumbradas a la rutina, comenzaron a cargar cada una con precisión automática. El sonido metálico de los cargadores me daba una sensación de control mientras mis ojos vigilaban a Deán, Dexter y y Marvin, quienes se cuadraron a mi señal. Cuando disparé, las balas dieron en el blanco sin titubeos. Habíamos pasado dos días en ese juego macabro, perfeccionando cada movimiento, cada disparo. Por un momento temí que la herida en mi costado se reabriera, pero seguía firme, como yo.

Por la noche, cuando entré a la habitación, Bianca ya dormía. Su figura, envuelta en las sábanas, parecía pequeña y frágil. Su rostro tenía una expresión de agotamiento que no podía ignorar, y me pregunté si mi vida, mis decisiones, la estaban arrastrando hacia un pozo del que no podría escapar. La culpa se enredó en mi pecho.

Días atrás me había pedido, casi con súplica, que enviara hombres a protege
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