Bianca 🌸
Cuando llegamos a la casa grande, Alexander parecía tan cansado como yo. El viaje había sido más largo de lo esperado porque, para variar, la mala suerte nos acompañaba. Una de las llantas del auto de Alexander se había ponchado, y tuve que llamar a uno de los trabajadores de mi abuela para que viniera a rescatarnos. Tuvieron que traer una grúa para cargar el automóvil, lo cual solo retrasó más nuestro regreso.
Entramos a la casa, y los empleados se apresuraron a preparar la cena al vernos llegar. Yo apenas me desplomé en el sofá, dejando escapar un suspiro de agotamiento.
—No puedo creer que tanta desgracia esté a mi alrededor —murmuré con ironía.
Alexander solto una risa sarcástica. Y yo lo miré enojada. El esta disfrutando todo este caus.
Una de las criadas apareció de inmediato, pero algo en su expresión me llamó la atención. Su mirada se posó en Alexander como si hubiera visto a una deidad en el mundo de los humanos. Intenté ignorarla, aunque era evidente que ni siquier