Esa tarde, Victor recibió el reporte.
—Y bien? —preguntó, leyendo los mensajes en su celular.
—Ellos entraron. El abogado despertó y los apunto con un arma y salieron corriendo porque tiró varios tiros al aire. Como usted dijo que solo era asustarlos, eso sucedió. Lo malo es que pidió protección de la fiscalía y su firma de abogados. Aunque ya los localizamos por los contactos dentro de la policía que manejamos.
Víctor sonrió desde el medio lado.
—Entonces hagámoslo más interesante. Si no entiende por las buenas… entenderá por las malas. Pero no lo quiero muerto. Aún no.
El asistente lo miró con temor.
—¿Y la mujer?
—Asústala. Hazla querer salir de su casa. Que sienta que su embarazo corre peligro si Peter sigue con este caso. Quiero que él elija: justicia… o su familia.
Mientras la tormenta crecía afuera, Peter sostenía el vientre de Jessy y la escuchaba respirar mientras dormía. No podía permitir que pasara por otro problema como el que había vivido. No ahora. No cuando más necesita