Cordelia
Desperté con la garganta seca y un pitido agudo en los oídos. El olor metálico de la sangre seguía pegado a mi piel, pero no era reciente. Estaba… más curada. Más entera.
Abrí los ojos con esfuerzo. La luz era tenue, un resplandor azul apagado que venía de los barrotes. Y al verlos, el instinto me gritó que no los tocara.
Me incorporé con torpeza. Tenía los músculos tensos y adoloridos. Parpadeé varias veces hasta que distinguí la figura que se movía al otro lado.
—¿Qué pasó? —murmuré con la voz rasposa—. ¿Dónde estamos?
—Ah, buenos días, princesa necromante —respondió la voz de Fernanda desde una celda a unos metros—. Me alegra que hayas vuelto de entre los muertos. Literalmente.
—¿Qué…? —fruncí el ceño, tratando de ordenar los pedazos dispersos de mis recuerdos.
—Vamos con un resumen rápido para tu cabecita atontada —empezó, agitando las manos en el aire como si estuviera dando una clase.
Achiqué los ojos. Ya sabía que comenzaría con el drama.
—Levantaste un ejército de mu