Zeiren
Una figura sin forma. Sin rostro. Sin tiempo.
Y sin embargo… lo reconocí.
El Creador.
La Presencia. El Origen.
Cordelia bajó la cabeza a mi lado, pero no por rendición. Fue respeto, asombro, comprensión.
La luz que lo rodeaba no lastimaba. Sanaba.
Y aún así, dolía. Porque nos veía. Nos juzgaba.
Y todo se detuvo. Los ángeles no dijeron nada. Solo nos miraron. Los demonios corrieron a esconderse en las sombras.
Yo tragué saliva. Sentía el cuerpo temblar, no de miedo, sino de… vacío. Como si toda mi existencia estuviera en un hilo, esperando una sentencia... y me partía al medio la sola idea de que nos volverían a separar.
Cordelia me tomó la mano.
—¿Nos va a castigar? —preguntó, apenas en un susurro.
Negué con la cabeza.
—No. Nos va a probar.
Y entonces Él habló.
—El orden cayó. Pero el destino eligió. ¿Qué harán ustedes ahora?
Y yo… yo no tenía respuesta.
Pero Cordelia sí.
—Lo que sea necesario —dijo con seguridad sin levantar la cabeza.
El mundo dejó de colapsar. El cielo qued