Zeiren
Los gritos de la pelea se filtraba a través de las paredes de piedra.
Cada sonido golpeaba mis sentidos como un tambor de guerra. Mi corazón latía demasiado rápido, mis músculos tensos bajo el peso de la impotencia.
Y entonces, entró.
"Mi Eloah… Mi alma gemela."
Se movió con prisa, su respiración agitada, sus ojos salvajes buscando los míos.
Su ropa estaba sucia, había sangre en su piel, pero estaba viva. Dioses, estaba viva.
Abrió la celda con una llave.
No esperó. No dudó.
Se lanzó a mis brazos.
Su calor, su olor, su cuerpo temblando contra el mío… fue lo único real en ese maldito lugar.
—Mi amor… —susurró contra mi cuello, sus dedos aferrándose a mí como si tuviera miedo de que desapareciera.
Cerré los ojos por un segundo. Un maldito segundo.
Un suspiro de alivio emitido desde lo más profundo de mi ser.
—Eloah… —murmuré, mi voz rota, mi pecho expandiéndose con el primer aliento real que tomaba desde que la habían arrancado de mi lado.
Pero el alivio duró poco.
El peligro