LEO
El estudio está lleno de ruido: el zumbido de las máquinas de tatuar, el rock pesado que sale de los altavoces, y las risas de Alex y Marko, que no paran de dar por culo. Joe se ha dignado a aparecer, y ahora parece que mi vida amorosa es el mejor cotilleo aquí.
—Me voy de vacaciones y te enamoras. ¿Me he perdido algo más? —suelta Joe, y me muerdo la lengua para no comentar que sus vacaciones habrán sido rascarse los huevos en el sofá.
Le tengo aprecio a Joe, pero nuestra relación siempre ha sido así: nos jodemos, nos hacemos picar y después bebemos cervezas hasta que se me olvida que se está follando a mi madre. Por lo que tengo entendido no es nada oficial, pero se llevan viendo muy frecuentemente tantos años que sus burlas sobre llamarlo "papá" se están haciendo habituales.
—Hay que darle que la tía está para morirse —dice Alex.
—Sí —lo secunda Marko, que me pasa por detrás apretándome los hombros—. El muchacho está asentando la cabeza.
Enamorarse es una palabra demasiado grand