LEO
Mis navidades llevan demasiados años siendo tranquilas. Nunca he sido de grandes regalos, ni de decorar el apartamento, y menos de escuchar villancicos. Para mí, la Navidad perdió la magia cuando cuando mi padre murió y a mi madre y a mi nos empezó a dar más igual el siquiera molestarnos a poner un árbol torcido en el salón. Era como si las luces, los adornos y toda esa mierda festiva fueran un recordatorio de lo que faltaba, así que simplemente dejábamos pasar las fechas con una cena sencilla y poco más.
Este año es diferente. El espíritu navideño ha vuelto.
Anastasia se ha gastado cuatro sueldos para que su piso parezca una taller de enanos del Polo Norte. He descubierto que es una flipada de la Navidad. Al principio, pensé que estaba loca, pero luego me contó por qué: sus últimas navidades han sido una mierda. Entre los padres de Trevor, que la trataban como si fuera invisible y arrebatándole momentos con Oliver, y los suyos propios, no ha podido disfrutar de su época favorita