ANASTASIA
Este es, por fin, mi fin de semana con Oliver. He encontrado que durante todo el fin de semana habrá actividades en un parque cercano a casa, esta tarde: teatro de marionetas para infantes.
—¡¿Estás lista, mamá?! —grita desde el descansillo. Lleva toda la tarde envuelto en nervios—. ¡Siempre tarda muuuuucho!
No tardo muuuucho, solo tengo que asegurarme de llevarlo todo: las llaves, el monedero, una botella de agua para Oli, y un par de galletas. Estoy en mi habitación, terminando de ponerme un jersey cómodo y unos vaqueros, con el pelo recogido en una coleta alta que no se deshaga en cuanto empiece a correr detrás de él.
¿Y con quién diablos está hablando?
Recojo las llaves de encima de mi cama y me asomo por la puerta del apartamento, que está entreabierta porque Oliver no sabe esperar dentro.
—¡Oliver! Qué te he dicho de esperar...
Ups. No está solo. Está tirado en el suelo del pasillo rascándole las orejas a Koda, y Leo está arrodillado a su lado haciendo lo mismo. Durant