Gael.
“Fue una falla en la caja eléctrica principal” es lo que dijo uno de mis hombres. “El sistema es antiguo y requiere revisión completa” confirmó otro. Sin embargo, en medio del silencio de la noche aún persisten rastros invisibles del intruso que no me permiten sacudir la impresión de que hay algo fuera de lugar. Suspiro y me deshago el nudo de la corbata.
Tras el encuentro con Adriel cualquier casualidad se siente como una pieza colocada con intensión. Nada es inocente, nada es aleatorio. En definitiva no creo en las casualidades. Subo las escaleras de vuelta al ala principal. Abro la puerta del dormitorio sin hacer ruido, camino hacia Amaia como una sombra y me sorprende encontrarla dormida. Su delicado cuerpo yace en la cama, arropada en varias mantas, envuelta como un ovillo.
Me acerco y en definitiva sus ojos cerrados parecen relajados, al tiempo en que el ritmo de su respiración delata que está en medio de un sueño profundo. Así, me permito una vez más observarla mientras d