Grecia se sentía acorralada, como si estuviera atrapada en una trampa de la que no podía escapar. La cocina, habitualmente un lugar de calidez y confort, se había convertido en un campo de batalla emocional. Guillermo estaba tan furioso que parecía un volcán en erupción, sus ojos centelleaban con rabia y estaba alzando la voz, haciendo que Grecia se sintiera temerosa y vulnerable. Era una escena que había estado evitando, un momento que se había ido acumulando como una tormenta a punto de estallar. Jacky, ignorando la verdadera situación de su matrimonio, había desatado el conflicto que Grecia tanto temía, y ahora estaba frente a Guillermo, con toda su furia a flor de piel.
—Por favor, te pido que no te pongas así en presencia de los niños —dijo Grecia, tratando de mantener la calma mientras su corazón latía con fuerza. Cada palabra que pronunciaba parecía resonar en toda la casa, estaba cargado de mucho coraje. Sabía que debía hablar con él, que debía explicarle la situación, pero la