Mercedes abrió la puerta del clóset y un aroma a cera derretida y hierbas secas la envolvió de inmediato. La penumbra del pequeño lugar se intensificó al observar un tenebroso altar.
Sobre uno de los compartimientos, varias velas encendidas estaban metidas en pequeños candelabros de vidrio. A su alrededor, había varias fotos de Guillermo, aparentemente capturadas de forma improvisada por Matilde. Sin embargo, lo que realmente la hizo estremecer fue una imagen de Grecia, tachada con una cruz roja, como si fuera un símbolo de desprecio y odio.
Al lado de la fotografía, había una muñeca vudú, con alfileres enterrados en su cuerpo de trapo que parecía observarla con sus ojos vacíos. El corazón de Mercedes se detuvo por un instante. La muñeca, con su cabello deshecho y su vestido rasgado, estaba claramente destinada a representar a Grecia. Cada alfiler que la atravesaba parecía un grito silencioso, un deseo de venganza que dejaba claro el odio que sentía hacia ella.
Un escalofrío rec