Había amanecido un nuevo día. El sol se coló por la ventana y Grecia despertó, abriendo los ojos y mirando hacia el otro lado de la cama, donde Guillermo dormía plácidamente. En ese momento, comenzaba para ella una nueva etapa en su vida, una en la que había decidido dejar atrás a Luis Fernando. La sensación que experimentó fue diferente a la de ocasiones anteriores; en Guillermo veía al hombre que realmente merecía tener a su lado y al que quería, aunque aún no se daba cuenta de que había comenzado a enamorarse de él.
El recuerdo de Luis Fernando no se borraría de un día para otro, especialmente porque su hijo era el vivo retrato de él. Sin embargo, sabía que debía ser fuerte y comenzar a eliminar de su vida todo lo que la ataba a un pasado doloroso, y Luis Fernando era una de esas ataduras. A pesar de sus esfuerzos por salvar su matrimonio, él nunca creyó en ella y la desechó de su vida, prefiriendo unas pruebas falsas a la entrega y amor que ella le había brindado desde el primer