Bajo el manto del deseo

Guillermo llegó a la sala de estar, enseguida se acercó a Grecia, ella se encontraba aun aturdida con la videollamada. Tenía sentimientos encontrados, pero de lo que sí estaba segura, era de sus deseos de venganza. De alguna forma estaba agradecida con Mercedes, por haberle contado el bochornoso incidente entre Luis Fernando y su asistente. Eso motivó a Grecia a sentirse fuerte y decidida ante las responsabilidades que le esperaban a su regreso a Nueva York.

—¿Qué te pasa, bonita? —preguntó Guillermo al ver a Grecia con una expresión desencajada.

—Nada —dijo ella, tratando de disimular su malestar.

—¿Estás segura de que no pasa nada? Me parece que estabas llorando —le dijo, acercándose a ella y acariciando su rostro con ternura.

—Ya te dije que no me pasa nada. Mejor voy a ver si Guillermito se durmió.

—Espera —le dijo Guillermo, tomándola por el brazo—. Vengo de su habitación y está rendido. Mejor hablemos de nuestro regreso a Nueva York. Sé que eso te tiene un poco inquieta.

Greci
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