—¡No es cierto, mamá! ¿Por qué me haces esto?
—¡¿Por qué?! Porque eres un fracaso, me fallaste, tuve dos hijos y ambos me fallaron.
—¿Gozas diciéndome esto?
Pilar sonrió.
—Sí, muchísimo, soy feliz de ver como sufres por ese asqueroso hombre.
Escucharon un ruido afuera, fue un gran estruendo.
Pilar la apuntó.
—¡Permanece aquí, no hagas nada estúpido!
La mujer salió y cerró con llave.
Caminó lentamente, cuando escuchó un disparo y gritos, el corazón de la mujer se aceleró.
Miró a todos lados, sintiendo mucho temor.
De pronto, un hombre apareció ante ella, la apuntó con una pistola, lo reconoció enseguida, era un guardia de Joaquín.
—Señora, dígame, ¿dónde está Margot Andrade? No me haga herirla.
Pilar tuvo miedo, pero se negó a decir nada.
—¡Baja esa arma, no puedes herirme! Sé que Joaquín está encarcelado, si me haces daño…
Otro guardia llegó.
—¡Su hijo ha sido liberado!
Pilar le miró con ojos sorprendidos, la mujer retrocedió, pero el otro guardia la atrapó.
—¡¿Dónde está la señorita A