Cinco años después.
Zafiro, Ónix y Opal estaban reunidos en el amplio salón de la casa de verano, sus rostros iluminados por sonrisas genuinas mientras observaban el regalo que habían preparado con esmero.
—Mamá y papá van a adorar este regalo —dijo Opal con un brillo de emoción en los ojos.
—Sí, se lo merecen más que nadie —añadió Ónix, asintiendo con solemnidad.
Zafiro los observaba en silencio, sus pensamientos viajando a todo lo que habían vivido como familia.
Era un momento de unidad, de celebrar lo que habían logrado juntos.
La fiesta de aniversario de Joaquín y Diana tenía lugar en la casa de verano que habían comprado en Barza, un lugar apartado donde el tiempo parecía detenerse.
La propiedad era un paraíso natural, con un río cristalino que fluía sereno entre los árboles. El sonido del agua y el canto de los pájaros creaban una atmósfera de paz que parecía abrazar a todos los presentes.
La celebración era íntima, solo la familia estaba invitada.
Joaquín y Diana observaban a lo