10. Sigue siendo su padre
Catalina
Esto no puede estar pasando.
Siento cómo todo mi cuerpo se tensa y el aire parece que se queda atascado en mi garganta mientras que mi mirada se encuentra con los ojos azules, fríos de Gabriel y todas mis alarmas empiezan a sonar al mismo tiempo.
No, no, no.
A mi lado escucho la vocecita emocionada de Samuel cuándo vuelve a decir:
—¡Él dijo que me ayudaría y lo hizo, nani! ¡Es un plincipe!
Me obligo a esbozar una sonrisa y trato que el hombre enfrente mio no se de cuenta de lo nerviosa que estoy con todo esto.
Es que en mis planes no estaba que Gabriel y Samuel se vieran, pues negar el parecido entre ellos es un absurdo. Mi principe tiene los mismos ojos azules que su padre y yo, por más que soy rubia de ojos claros, los tengo más verdes almendrados.
Y Julian… Julian ni siquiera los tiene claros.
—Gracias por haberlo encontrado, Gabriel—le digo y aunque sigo tensa, lo digo de verdad.
Él parece darse cuenta porque noto como su postura se relaja un poco y entonces me da un breve