Cap. 13 Karma en el club.
Redsy, algo molesto, se dirigió a la entrada. Al salir, vio a cinco hombres sometidos contra el suelo por cinco guardias de seguridad. Detrás de ellos, un auto permanecía encendido con las luces prendidas.
Uno de los hombres, al ver a Redsy, gritó:
—¿Y por qué él está ahí?
Una de las guardias, visiblemente irritada, respondió:
—Él es el nuevo dueño de este lugar.
Redsy, cansado, suspiró.
—Ya libérenlos.
Las guardias obedecieron. Uno de los hombres, aún molesto, dijo:
—Vamos, déjanos entrar. Nosotros también queremos divertirnos.
Redsy sabía lo que ocurriría si esos hombres entraban: las súcubos disfrazadas de camareras se lanzarían sobre ellos, dejándolos más secos que un desierto. Cinco cadáveres antes de la reapertura del club sería una pésima imagen.
—¿No leyeron la página del club? Hoy y mañana está cerrado. No hay atención. ¿Por qué no van a otro club? Hay muchos en esta ciudad.
—Ya se los dijimos —intervino una guardia—, pero no entienden.
Uno de los hombres abrió una maleta repl