Cap. 36 Mi querida prometida.
Ariadna despertó en su cuarto. Una voz familiar la hizo girar la cabeza. A su lado, Natacha estaba sentada sobre Yesica, quien le ayudaba a leer un cuento, pues había faltado como 1 año a clases.
—¿Natacha? —murmuró Ariadna, confundida y sorprendida.
—¡Hermanaaa! —exclamó Natacha, saltando de Yesica para abrazarla con fuerza a Ariadna.
—¿De verdad eres tú? —preguntó Ariadna, incapaz de creerlo. La última vez que la vio, Natacha estaba delgada, pálida, sin cabello… pero ahora irradiaba salud, como si nunca hubiera estado enferma.
—Sí, soy yo —respondió Natacha con una sonrisa radiante.
Ariadna la abrazó con fuerza, llorando de felicidad. Pero entonces, Natacha dejó de sonreír.
—Lo siento mucho… perdón —susurró, llorando mientras se aferraba a su hermana.
—No tienes por qué llorar, pequeña. Ya te dije que no fue tu culpa —intervino Redsy.
—¿Redsy? ¿Desde cuándo estás aquí? —preguntó Ariadna, sorprendida. No lo había notado; toda su atención estaba en Natacha.
—Natacha, ¿quieres ver algo