—¡Laura! —Marcos volvió a repetir.— ¿Estás bien, mi amor?
Ella levantó el rostro y lo miró confundida.
—Sí, estoy bien. —respondió con lentitud.
Repentinamente se levantó de la silla de ruedas.
—Quiero salir caminando esta vez.
Marcos sonrió aunque por dentro su corazón palpitaba como un potro desbocado.
—Claro, mi amor. Déjame ayudarte.
Laura se levantó apoyándose del hombro de su esposo.
—Hasta luego doctor —dijo ella sin apartar la mirada de aquel sobre.
¿Qué había en aquel sobre? ¿Por qué le llamaba tanto la atención? Se preguntó.
Mientras salían del consultorio médico, volteó dos veces hacia atrás para verlo, como si al salir estuviese dejando algo allí que le pertenecía.
Marcos guardó silencio al igual que ella. Su temor a decir algo que pudiera activar en su mente aquel momento y devolverle los recuerdos de por qué iba manejando de ese modo y hacia donde iba, le llena a de expectativas.
Al salir del hospital, Marcos abrió la puerta de su coche y Laura subió. Él dio