Minutos más tarde, el coche se detuvo frente a la casa de Marta. Marcos ayudó a Laura a bajar y juntos se dirigieron a la entrada principal.
El timbre sonó, la empleada de Marta, los recibió.
—Bienvenidos, la señorita Marta los espera en su habitación.
Laura sonrió de forma amable, aunque el rostro de María no se le hacía conocido.
—Es muy agradable ¿no lo crees? —dijo ella mientras subían las escaleras.
—Sí, ¿no la recuerdas?
—No —contestó encogiéndose de hombros.
—No te preocupes, poco a poco irás recordando.
Esa era la primera vez que Marcos tocaba ese tema directamente con Laura.
—Sí, eso espero. —dijo aferrándose a su brazo.— lo único que me importa es que estás a mi lado y que pronto, estaremos con nuestra hija.
—Así será siempre, mi amor.
Al llegar al pasillo, Laura miro hacia ambos lados con indecisión. Marcos se percató de ello y giró hacia la derecha. Ella apoyó su rostro en su brazo y continuaron avanzando hacia la habitación.
Marta, al oír los pasos acercarse, s