Marcos la condujo hasta la cama, ella se sentó, pero esta vez no se tendió rendida a sus caricias, sino que tomó las riendas de aquel encuentro.
Marta siempre había sido una mujer ardiente, que sabía enloquecer a cualquier hombre con una mirada y un gesto. Eso tuvo que aprenderlo para poder abrirse paso en el mundo empresarial y ser la mujer empoderada y fuerte que todos admiraban, pero que pocos conocían.
Él, hasta ese momento, era el único hombre que había logrado entrar en su mundo sin que ella pudiera oponerse. Quizás, en el fondo, Marta necesitaba sentirse realmente amada y sobre todo protegida y en Marcos, había encontrado ambas cosas. Aunque pagando un precio bastante alto, traicionando a su mejor amiga.
Marcos permanecía de pie, frente a ella, esperando verla tendida y hacerla suya. Ella levantó el rostro y lo miró fijamente, luego aproximó su rostro a su abdomen y comenzó a besar cada parte de él, bajó hasta su pelvis y saboreó su polla, palpitante y gruesa.
Con su lengua