Marta fue hasta su habitación para buscar su cartera y las llaves de su casa.
Mientras, Marcos aguardó por ella en la sala. Estaba ensimismado en sus pensamientos cuando oyó la voz suave de ella.
—Estoy lista —dijo— Podemos irnos.
Él le cedió el paso y caminó detrás de la rubia con pasos lentos. Fueron hasta el garaje, él le abrió la puerta de su coche de alta gama. Iba a ayudarla a subir, pero ella murmuró:
—No es necesario. Puedo hacerlo sola.
—Sí, como quieras —contestó él.
Una vez dentro del coche, Marcos puso en marcha su coche y se concentró en la carretera, mientras Marta se ocupaba en responderle mensajes desde su celular a su asistente.
Él, de forma discreta, apenas la observaba con curiosidad por el rabillo del ojo.
En ese momento, recibió una llamada, presionó el ícono y el rostro de Laura, apareció en su pantalla.
—Dime amor, ya vamos en camino a casa de Marta.
—Que bien mi amor. Es que me vine tan rápido que olvidé avisarte que ya estaba aquí. —explicó ella. Luego