2/ UNA AMISTAD SIN LIMITES

—No sé que voy a hacer, Marta. No quiero perder todo lo que he logrado en estos tres años. 

—Eres fuerte, Laura —dijo sosteniéndola de ambos brazos.— Vas a salir de esto. Estoy segura de que Marcos no te dejará sola. Ni yo tampoco. ¿Lo sabes verdad? 

—Sí, lo sé. Siempre has estado a mi lado. —Sonrió— Desde que éramos una gilipollas, ¿Lo recuerdas? —bromeó. 

Marta frunció el ceño. 

—Vamos que la única gilipollas has sido tú, vale. 

—Sí, tienes razón. Yo siempre he sido la más tonta, ¿eh?

—No lo digas de esa manera. Tú y yo, somos y seremos siempre las mejores amigas del mundo. 

—Tengo miedo de que Marcos me deje. Su sueño es tener un hijo. Me muero si lo pierdo. 

—Que no te va a dejar, tía. Que habéis nacido el uno para el otro. 

Laura sonrió. Las palabras de su amiga, le devolvían la esperanza a ratos aunque en el fondo sabía que sólo estaba escondiendo sus miedos. 

Para Laura contar con Marta, siempre ha sido algo importante, a pesar de las diferencias de carácter que hay entre ambas. Mientras ella es introvertida y emocional; Marta, es todo lo contrario, una mujer extrovertida y racional, capaz de tomar decisiones de forma coherente, sin dejarse arrastrar por los sentimientos.  

—Marcos debe regresar el domingo, y no sé como decirle esto. 

—Ya pensaremos en algo. —dijo levantando su copa y bebiendo su segundo Martini. 

En menos de un par de horas, ya ambas habían bebido lo suficiente. Se levantaron de sus sillas y fueron hasta la pista de baile, dejándose llevar por la música y el alcohol. 

Pronto, Laura percibió que un hombre las miraba fijamente sin apartar la vista. 

—Aquel hombre te está mirando —Le comentó a su amiga. 

—¿A mí? Pues yo diría que es a ti a quien mira. —replicó Marta. 

El hombre se levantó de su asiento y fue hasta donde ambas amigas disfrutaban de un agradable momento. 

—¿Puedo acompañarlas? —dijo mientras se desplazaba por la pista bailando. 

—Si puedes con dos expertas bailarinas, por supuesto. —contestó Marta siempre espontánea y muy segura de sí misma. 

Laura apenas permaneció en la pista por algunos segundos. Luego, aprovechando que su amiga parecía bastante entretenida con aquel hombre, regresó hasta la barra. 

Minutos más tarde, Marta volvió y se sentó junto a ella. 

—¿Y qué tal? ¿Te lo has ligado? 

—No, para nada. No es mi tipo. —contestó sonriendo. 

—¿Y cuál es tu tipo? ¿Ignacio? —bromeó Laura. 

—Que no lo invoques, tía; que se aparece de la nada. —respondió entre carcajadas. 

—Creo que debemos irnos, has bebido mucho. 

—¿Yo, ebria? —preguntó sintiendo su lengua trabada. 

—¿Te quedas en casa esta noche? No quiero quedarme sola. —pidió Laura.

—Está bien, pero me tienes que consentir con una buena botella de bourbon. —dijo sonriendo. 

Al llegar a la mansión, Laura se quitó las sandalias, fue hasta el bar, tomó una botella de bourbon y regresó a la sala. Marta destapó la botella y comenzó a beber directamente de esta. 

—Por nuestra amistad —dijo levantando la botella, bebió y se la pasó a su amiga. 

—Salud —contestó Laura. 

Minutos después, el alcohol había hecho efecto en ambas, por lo que terminaron cantando juntas y reviviendo su pasado. En algún momento, Marta se quebró, revivir el día de su graduación y recordar la muerte de su padre resultaba doloroso para ella, a pesar de que su relación con él, no era la mejor. 

Laura abrazó a su amiga, mientras ella lloraba y se refugiaba entre sus brazos.

—Gracias por no dejarme sola aquella tarde, por quedarte conmigo a pesar de que era nuestra fiesta de graduación. 

—Eres mi amiga, Marta. Yo nunca te dejaría sola. 

Luego que la botella de licor se acabó terminaron subiendo las escaleras dando traspiés hasta llegar a la habitación principal. Laura ayudó a Marta a sentarse en la cama. La rubia se quitó los zapatos de tacón y se acostó. 

—Descansa —dijo y se dirigió al vestíbulo para cambiarse de ropa. 

Apenas, se acomodó en la cama, Marta cayó profundamente dormida. Estaba exhausta. 

A diferencia de Laura, la vida de Marta era muy ajetreada, propia de una gran empresaria. Sí, en eso se había convertido, en una famosa y prestigiosa empresaria. 

Para Marta, la vida había sido bastante difícil. A los ocho años tuvo que lidiar con la separación de sus padres. Luego del divorcio, su madre decidió dejarla a cargo de su padre y cuando este volvió a casarse, una de las más antiguas empleadas en la mansión, cuidó de ella. 

Tuvo lujos, sí. Pero no la protección de un padre, ni el amor de una madre, ni siquiera la compañía de una hermana o un hermano. Siempre sola. De esta manera, forjó un carácter fuerte y desprendido de emociones. Sólo ambicionaba tener una fortuna superior a la de su padre. Ser libre, sin compromiso, sin nadie a su lado que le dijera que debía hacer con su vida. 

Cuando conoció a Laura, en la secundaria, se hicieron grandes amigas y prometieron apoyarse incondicionalmente. Por eso, ahora que ella la necesitaba, no la abandonaría. 

Horas más tarde, abrió los ojos, miró a todos lados aún aturdida por la bebida. A su lado, Laura aún permanecía despierta, con la mirada fija en la lámpara de techo y las lágrimas chorreando sobre sus sienes. 

—Vamos Laura, deja de llorar y pensar tanto. Así no resolverás nada —dijo con voz severa; aunque en realidad, le dolía verla de esa manera. 

—No puedo, Marta. No sé cómo decirle a Marcos que no podré tener un hijo. 

Marta se incorporó lentamente, la miró y acarició su cabello oscuro. 

—Voy a ayudarte —contestó con firmeza. 

—¿Cómo piensas hacerlo? —preguntó, desesperanzada.

—Yo seré tu vientre en alquiler…

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App