—Yo seré tu vientre en alquiler.
—¿Estás hablando en serio, tía? —preguntó mientras se incorporaba súbitamente. —Claro, tonta. No podría jugar con algo así. —dijo sonriendo:— Yo llevaré a vuestro hijo en mi vientre. Laura sintió que su corazón latía con fuerza y pronto las lágrimas descendieron por sus mejillas. Ambas se unieron en un abrazo fuerte y cálido. Su amiga, su mejor amiga, le ofrecía la oportunidad de ser madre, aunque sonaba un tanto descabellada la propuesta, no podía negarse a aceptarla. —Entonces, debemos planearlo todo para el regreso de Marcos. —El entusiasmo podía verse no sólo en sus palabras, sino en el brillo de sus ojos. —¡Vale! ¿Y cuando regresa? —preguntó con curiosidad. —Mañana en la tarde. Prepararé una cena especial donde sólo estaremos reunidos los tres. Me encargaré de organizarlo todo. —Vale, como tú digas, pero… mañana regreso a casa. Tengo varios pendientes por resolver, incluyendo comprar ropa cómoda para cuando comience a engordar —bromeó Marta. —Estoy segura que serás la embarazada más sexy y hermosa del planeta. —dijo abrazando con fuerza a su amiga. Aquel instante, se había convertido en el inicio de un hermoso sueño para Laura. Horas más tarde, Marta llegó a su lujoso pent-house. Comenzó a desvestirse y fue hasta su dormitorio. Necesitaba darse una ducha y dormir un poco. Entró al baño, se miró al espejo. Tenía marcada las ojeras por el trasnocho y aún sentía el sabor amargo del licor en su boca. Lavó su rostro y se cepillo los dientes; luego se metió en la bañera lentamente, el agua tibia la envolvió y poco a poco empezó a relajarse. Mientras frotaba con la esponja su cuerpo, repasó con su mente todo lo ocurrido esa noche y el momento en que le hizo aquella propuesta a su amiga. Marta suspiro con pesar. No estaba arrepentida de ofrecerle su ayuda; sin embargo, había muchas cosas que obvio y no tomó en cuenta. Entre ellas, que su estilo de vida cambiaría por completo de ahora en adelante. ¿Estaba realmente preparada para asumir el rol de madre? ¿Había tomado la decisión correcta? Eso no lo sabía aún, pero el simple hecho de verla sonreír de alegría y de ver ese brillo especial en sus ojos, había válido la pena. Luego de ducharse, se puso ropa cómoda, se acostó y durmió profundamente, durante el resto de la mañana y parte de la tarde. En tanto, Laura aprovechó de investigar sobre el procedimiento de inseminación artificial. Luego de revisar varias informaciones bajó para prepararse algo de desayunar. El timbre de la puerta sonó, ella fue hasta la entrada para abrir la puerta. —¡Lucía! —exclamó con sorpresa al ver que se trataba de su hermana mayor.— ¿Qué haces por aquí? —preguntó con una sonrisa leve en sus labios, la visita de su hermana, le resultaba un tanto incómoda. —Vaya que ha estado buena la celebración —dijo ésta abriéndose paso entre las sandalias regadas en el piso, los cojines y la botella de licor. —Sí, estuve tomando un poco con Marta, que ha venido a verme. Lucía rodó los ojos al escuchar el nombre de la rubia. —Pensé que ya no la veías. —comentó con un tono agrio. —Marta es y siempre será mi mejor amiga. —contestó con firmeza. —Como quieras, Laura. —¿Y dime a que has venido? ¿Cuándo llegaste de Milán? —Regresé anoche y vine a verte, a saber cómo estás. Pero por lo visto no te alegra tanto como ver a tu… amiga. Laura la rodeó con sus brazos y besó su mejilla. —Deja ya los celos, Marta es mi amiga y tú eres mi hermana. Ambas tienen espacio en mi corazón. —No estoy celosa, sólo que no me creo el cuento de la amiga incondicional que tanto admiras. Las palabras de Lucía llenaron de enojo a Laura y en un acto impulsivo, le respondió: —Es mi amiga, y ha hecho por mí lo que seguramente ni tú misma harías, ofrecerme su vientre para que yo pueda ser madre. Lucía abrió los ojos con asombro, ¿su hermana iba a alquilar un vientre? —¿Qué estás diciendo? Aunque Laura quiso guardar silencio, ya era un poco tarde. Por lo que tuvo que contarle a su hermana, lo ocurrido. —¿Me acompañas a preparar un café y comer algo? Lucía asintió aunque seguía pensativa. Al llegar a la cocina, dejó su cartera encima del desayunado y tomó asiento en una de las banquetas. Mientras colocaba el agua y el café en la cafetera, Laura le contó sin muchos detalles su situación. Lucía la oyó analizando cada una de sus palabras. —No creo que sea una buena idea que esa mujer lleve en su vientre a tu hijo. ¿Y si luego se niega a dártelo? —Eso no va a pasar. No conoces a Marta y nunca has querido hacerlo. Ella jamás me traicionaría. —respondió con firmeza. Segura de sus palabras y de aquella verdad. —Yo no estaría tan segura. Además meter una mujer entre tú y Marcos, suena escabroso. —replicó. —Ella no tendrá nada que ver entre Marcos y yo. Apenas será la persona de confianza que llevará nueve meses a mi hijo, en su vientre. —Sé que defiendes a tu amiga a capa y espada, pero yo no me fiaría tanto en ella. —habló Lucía— He visto noticias en las redes sobre su escandalosa vida. Es una mujer vanidosa. No está casada, no tiene familia y no tiene nada que perder, mientras tú… —Sé que para ti, soy una fracasada porque no terminé mi carrera y me casé con Marcos, a quien nunca has soportado, pero no conoces a Marta como yo. Yo sé quien es ella y sé por lo que ha pasado. —dijo sirviendo el café caliente en la taza. —Ten cuidado con quemarte, y no me refiero sólo al café. La tensión entre ambas, era palpable. Pero Laura no dejaría a un lado su sueño de ser madre, sólo por las advertencias e intrigas de su propia hermana…