Las luces del gimnasio parpadearon tenuemente, el sol ya se estaba ocultando cuando Catalina se secó las gotas de sudor frío que se deslizaban por su rostro. Finalmente había terminado su turno y estaba completamente exhausta. Sus delicados dedos jugueteaban con el llavero del casillero número 12 mientras observaba la puerta principal de vez en cuando, sin poder sacarse el recuerdo de un devastado Antonio de la cabeza.
Habían transcurrido tres días desde que Antonio Sepúlveda había tenido ese ataque de asma en el ring del gimnasio, tres días desde que había discutido con Erick Montenegro, tres días desde que ese sentimiento de culpa se había instalado en su pecho. Desde ese entonces, Antonio no sé había presentado en el gimnasio y ella tampoco deseó involucrarse más allá. Le preocupaba su bienestar, pero también entendía que él no deseaba preocupación y mucho menos de su parte.
Estaba tan sumida en sus pensamientos que al oír el timbre de entrada saltó en su sitio. Erick Montenegro at