Alina
El silencio pesa en la sala del trono, tan opresivo como un sudario. Damon está a mi lado, respirando con dificultad, una mano aún ensangrentada después de su duelo con Elias. Ezra se encuentra al fondo, con la mirada oscura fija en la llave negra en mi mano. Elias, de pie frente a nosotros, se limpia la sangre que le brota de los labios con un gesto lento.
— Tienen lo que vinieron a buscar —dice con voz helada—. Ahora, váyanse.
— Elias... —empieza Damon.
— No —interrumpe Elias—. Esta pelea es suya ahora.
— ¿De verdad crees que Lilith hará una distinción entre los lobos y los vampiros? —replica Damon.
Elias entrecierra los ojos, su mirada roja fija en él.
— Si ataca mi reino, lo pagará con su vida.
Me acerco, posando mi mano en el brazo de Damon. Aún tiembla por la tensión del combate.
— Elias, si luchamos por separado, nos destruirá uno por uno. Debemos unirnos.
Elias me mira durante un largo momento, su mirada penetrante atravesando mi alma.
— La unión entre vampiros y lobos s