Damon
La sala del Consejo es más vasta de lo que recuerdo.
Quizás soy yo quien ha cambiado.
O tal vez, lo que me acompaña hoy hace que cada piedra se sienta más grande, cada suspiro más pesado.
Las paredes circulares se elevan alto, hasta los vitrales incrustados con antiguos motivos, dejando entrar una luz pálida y fría. En el centro, el suelo de mármol pulido brilla como un agua inmóvil, y todo alrededor, las gradas de piedra acogen a los Ancianos. Vestidos con capas de colores profundos: rojo oscuro, azul noche, oro apagado, nos siguen con la mirada con una atención aguda.
No son hombres y mujeres ordinarios. Cada uno de ellos lleva en sus rasgos el peso de años de decisiones irreversibles, de pactos y juramentos. Y, sin embargo, hoy, siento... una inquietud que se esfuerzan por ocultar.
Alina camina a mi lado. No es ella quien avanza, no realmente. Sus pasos son guiados por algo más vasto, más antiguo que ella.
Está aquí, pero también está en otro lugar, como si su conciencia f