Damon
El viento frío se infiltra bajo mi abrigo mientras cruzamos la frontera del territorio vampírico. Alina está a mi lado, con el rostro pálido pero la mirada decidida. Ezra camina delante de nosotros, su paso firme, como si supiera exactamente a dónde vamos. Detrás de nosotros, una docena de guerreros lobo avanza en silencio, sus formas oscuras fusionándose con la penumbra del crepúsculo.
— ¿Cuánto tiempo antes de que las centinelas nos detecten? le pregunto a Ezra.
Él echa un vistazo a las sombras que se extienden ante nosotros.
— Ya nos han detectado.
Aprieto los puños, listo para enfrentar un ataque. Pero no viene nada. Solo el silencio opresivo de la noche.
— ¿Por qué no se mueven? murmura Alina.
— Porque saben por qué estamos aquí, responde Ezra.
Me tenso cuando aparecen siluetas en la niebla. Vampiros. Sus ojos rojos brillan en la oscuridad, y siento la tensión en el aire como una onda eléctrica.
— Déjame pasar, ordena Ezra.
Un vampiro se adelanta, más grande e imponente que