El silencio de la noche es pesado. Las tinieblas envuelven la habitación como un abrazo helado, pero el calor que aún late en mis venas me impide encontrar el sueño. Mi cuerpo está tenso, mis músculos adoloridos por el brutal entrenamiento con Damon. Cada latido de mi corazón resuena en mis sienes, un eco sordo de la magia que he utilizado.
Me giro en la cama, las sábanas deslizándose sobre mi piel desnuda. Mi respiración es corta. Damon se ha ido después de nuestra sesión, dejándome sola con el peso de este nuevo poder que late en mí. Pero no es solo la magia lo que me atormenta. Es esa mirada que tuvo al desafiarme, esa sonrisa oscura cuando sintió que comenzaba a dominar esta energía. Una parte de mí disfrutó al verlo ceder ante la fuerza de mi magia. Una parte más oscura.
Cierro los ojos, pero una sombra se insinúa en mi mente. Una presencia.
— ¿No puedes dormir?
Mi respiración se congela. Una voz grave, suave, que desliza a lo largo de mi columna vertebral como una caricia prohibida.
Abro los ojos de golpe, el corazón latiendo desbocado. Ezra está allí, de pie en la sombra, apoyado en el marco de la puerta. Su silueta está bañada por la luz plateada de la luna, resaltando la curva de sus músculos bajo su camisa oscura. Sus ojos brillan con un destello rojizo, un brillo depredador que me hiela tanto como me atrae.
— ¿Qué haces aquí? murmuro.
Se acerca lentamente, sus pasos silenciosos sobre el suelo.
— Quería asegurarme de que estabas bien.
— ¿Por qué?
Ezra se detiene al pie de la cama, su mirada ardiente deteniéndose en mi silueta apenas cubierta por la sábana.
— Porque te he sentido.
Frunzo el ceño.
— ¿Sentido?
— Cuando usaste esa magia contra Damon, murmura. La sentí resonar en ti. Ahora te pertenece, Alina. Pero es peligrosa. Si no la controlas, te devorará.
Me incorporo lentamente, la sábana deslizándose a lo largo de mis muslos.
— Damon me ayuda a dominarla.
Una sonrisa fría se dibuja en los labios de Ezra.
— ¿Damon cree que puede ayudarte? Sacude la cabeza. No tiene idea de lo que esta magia es realmente. Yo sí.
Me tenso.
— ¿Porque estás ligado a ella?
Ezra se sienta al borde de la cama, su mirada cautivadora fija en la mía.
— Porque ya la he dominado. Y porque conozco su precio.
Extiende la mano hacia mi muñeca. Instintivamente, retrocedo, pero sus dedos se cierran sobre mi piel desnuda. Una ola de calor oscuro se eleva entre nosotros. Los filamentos negros bajo mi piel vibran en respuesta a su contacto.
— ¿Sientes eso? murmura.
Un escalofrío recorre mi cuerpo. Asiento, incapaz de apartar la mirada.
— Esta magia te reconoce. Te llama. Si continúas escuchándola, te llevará a mí.
— ¿Y si no quiero?
Ezra sonríe, un destello cruel en sus ojos.
— Entonces te romperá.
Su pulgar se desliza lentamente a lo largo de mi muñeca, despertando un calor oscuro en mi vientre. Mi respiración se acelera.
— Puedo ayudarte a dominar esta magia, Alina. Pero debes confiar en mí.
Cierro los ojos un instante. Sé que Damon no querría que aceptara la ayuda de Ezra. Está convencido de que Ezra me manipula. Pero lo que siento en este momento… esta atracción eléctrica entre nosotros… es más fuerte que una simple manipulación.
— ¿Por qué quieres ayudarme? murmuro.
Ezra se acerca. Su aliento cálido roza mi garganta.
— Porque eres mía.
Siento un escalofrío.
— No, no lo soy.
Una sonrisa torcida se dibuja en sus labios.
— No todavía.
Desliza su mano a lo largo de mi muslo, y un escalofrío violento recorre mi cuerpo. Mi corazón late demasiado rápido, atrapado entre el deseo y el miedo.
— Puedo enseñarte a controlar esta magia. Pero hay un precio.
Trago saliva.
— ¿Qué precio?
— Déjame entrar en tu mente. Déjame guiarte.
— ¿Por qué?
Sus ojos se oscurecen.
— Porque esta magia me pertenece. Y si quieres que te obedezca, deberás someterte a mí.
Me tenso.
— No me someto a nadie.
Una sonrisa se dibuja en sus labios.
— Ya veremos.
Ezra se inclina hacia mí, su frente rozando la mía. Puedo sentir el calor de su aliento sobre mis labios.
— Déjame mostrarte lo que puedes llegar a ser, Alina. Déjame mostrarte lo que realmente eres.
Contengo la respiración. Mi corazón tamborilea en mi pecho.
— ¿Y si me niego?
Ezra roza mi labio inferior con la yema del pulgar.
— Entonces seguirás siendo débil.
Aprieto los puños. Una parte de mí quiere empujarlo, pero la otra… esa parte oscura que late con la magia… quiere ceder.
— Toma tu decisión, Alina.
Fijo mis ojos en los suyos rojos, esta promesa de poder y dominio. Luego agarro su muñeca, guiando su mano contra mi pecho, allí donde la magia late con más fuerza.
— Muéstrame.
Ezra sonríe, y su mirada se enciende.
— Con gusto.
Me atrae violentamente hacia él, y una descarga de energía oscura explota entre nosotros. Mi respiración se detiene, mis uñas se clavan en sus hombros. Ezra captura mis labios en un beso brutal, posesivo. La magia chisporrotea en el aire, envolviéndonos como una ola ardiente.
Ya no estoy segura de lo que estoy liberando. Pero en este momento, no me importa.
Alina A la mañana siguiente, la luz gris del alba se filtra a través de las pesadas cortinas de mi habitación. Mi cuerpo está adolorido, marcado por la intensidad de la magia que Ezra ha despertado en mí. Mis párpados son pesados, mi respiración entrecortada. Sin embargo, estoy extrañamente alerta, como si una nueva fuerza fluyera por mis venas. Todavía estoy en la cama, las sábanas arrugadas alrededor de mi cintura, cuando la puerta se abre lentamente. Ezra entra en silencio, vestido con un pantalón negro y una camisa medio desabotonada. Su mirada resplandeciente se posa inmediatamente en mí. Se detiene en la entrada de la habitación, su expresión indescifrable. — Estás despierta. Su voz es baja, áspera, vibrante de una autoridad natural que despierta un escalofrío a lo largo de mi columna vertebral. Aprieto la sábana contra mi pecho. — No he dormido mucho. Ezra avanza, el sonido de sus pasos resonando suavemente en el parquet. Se detiene al pie de la cama, y su mirada in
AlinaMe dejo llevar por la ira, por la frustración. Una ola de energía explota entre nosotros. Ezra es proyectado hacia atrás, pero aterriza suavemente sobre sus pies, una sonrisa carnívora en el rostro.— Eso es. Deja que la magia fluya dentro de ti.Me enderezo, jadeante.— Voy a lograrlo.— Lo sé.Se acerca, y sin previo aviso, agarra mi mentón entre sus dedos.— Y cuando lo logres... me pertenecerás.Su beso es brutal, posesivo. Cedo, dejando que la magia arda en mis venas. No es amor, es una obsesión oscura y devoradora. Y en este instante, me entrego a ella por completo.El Vacío es un lugar sin tiempo, sin verdadera luz, solo este cielo oscuro surcado de relámpagos rojos y esta tierra fría bajo mis pies. Aún siento la magia pulsar en mis venas, viva y ardiente, como una bestia salvaje esperando saltar.Ezra está a unos metros de mí, inmóvil, con la mirada fría e intensa. Su rostro es una escultura perfecta de control y dominación, pero veo la luz depredadora en sus ojos. Está
AlinaMe dejo llevar completamente por la sombra.Con el aliento entrecortado, el corazón latiendo violentamente en mi pecho, me quedo frente a Ezra, la mirada fija en la suya. La energía oscura pulsa aún en mis venas, viva y ardiente, pero mis músculos tiemblan bajo el esfuerzo.Ezra está de pie frente a mí, torso desnudo, las sombras deslizándose a lo largo de su piel como serpientes vivas. Una gota de sudor recorre su torso, desapareciendo bajo el cinturón de su pantalón negro. Sus ojos brillan con un resplandor rojo oscuro, el reflejo de la magia que acaba de liberar.— Otra vez.Aprieto los dientes.— Estoy al límite.Ezra avanza un paso lento, depredador. Su sonrisa ladeada revela un destello de dientes blancos. Es magnífico en su brutalidad. Peligroso. Tentador.— ¿Crees que tus enemigos te dejarán tiempo para descansar?Retrocedo un paso, pero Ezra ya está sobre mí. Su brazo se envuelve alrededor de mi cintura y me aplasta contra su torso duro. Siento el calor de su piel contr
AlinaEl silencio reina en la caverna, solo interrumpido por el martilleo regular de mi corazón contra mi pecho. El eco de la pelea con Ezra resuena aún en mis músculos adoloridos. La magia en mí palpita débilmente, como una brasa que se niega a apagarse.Permanezco sentada contra la pared fría, con la respiración entrecortada y las piernas temblorosas. La tensión en el aire es aún palpable, impregnada de esa energía oscura que Ezra ha despertado en mí. Mis palmas están marcadas por ligeras trazas oscuras, vestigios del poder que he liberado.Ezra me ha dejado aquí, después de empujarme al límite. Ha despertado algo en mí, algo que no puedo controlar, pero que ya no puedo ignorar.Cierro los ojos. La imagen de su mirada intensa, de su sonrisa oscura y de la presión de sus manos sobre mi piel aún me persigue. No es solo la pelea lo que me ha perturbado. Es la forma en que me mira. Como si ya me perteneciera.— ¿Vas a quedarte ahí toda la noche?La voz grave y rasposa de Ezra rompe el s
Alina . No hay odio. Más bien… un hambre. Un vacío extraño en mi pecho, una pulsación oscura en mis venas que solo espera ser alimentada.No puedo negarlo. Este poder dentro de mí… me llama. Reclama a Ezra.Cierro los ojos, la respiración entrecortada.— Pareces perturbada.Me sobresalto violentamente.Una silueta se recorta en la entrada de la caverna. Ojos dorados brillan en la sombra, una sonrisa perezosa dibujándose en labios carnosos.Damon.El lobo negro avanza lentamente, su cuerpo ágil y musculoso iluminado por el tenue brillo de la luna. Lleva una camisa oscura abierta en su pecho, dejando entrever cicatrices finas que recorren su piel. Su cabello negro cae en mechones desordenados alrededor de su rostro.Me incorporo de un movimiento brusco.— ¿Qué haces aquí?Damon se arrodilla frente a mí, su sonrisa depredadora sin desvanecerse. Extiende una mano hacia mi mejilla, y me tenso.— Te vi. Con Ezra.Empujo su mano violentamente.— ¿Y qué?Su sonrisa se ensancha.— Entonces,
AlinaSu voz es ronca, al borde del rugido. Retrocede ligeramente, y su mirada oscura se clava en la mía. Las luces rojas que bailan en sus iris aún no han desaparecido. La rabia que siente hacia Damon es palpable en el aire.— No tenía que tocarte.Levanto una mano hacia su rostro, mis dedos rozando su mandíbula tensa.— Lo sé.Cierra los ojos un segundo bajo mi toque, luego su mano desliza a lo largo de mi mejilla, acariciando mi piel con una suavidad que contrasta con la violencia que acaba de desatar.— No dejaré que nadie se acerque a ti así.— Ezra...Sé lo que siente. Esa posesividad brutal, esa necesidad de reclamarme como suya. Una parte de mí arde de deseo de ceder, de abandonarme completamente a él. Pero otra parte... la que Damon ha despertado, resiste.Me aparto ligeramente, con la respiración entrecortada.— No puedes poseerme, Ezra.Un destello peligroso atraviesa sus ojos. Avanza un paso, su cuerpo rozando el mío.— Ya eres mía, Alina. Lo sabes.— No.Aprieta la mandíb
Ezra La noche es pesada, cargada del olor de la sangre y del sudor. Corro por el bosque, mis sentidos alerta, rastreando la presencia de Damon. Su olor aún impregna el aire, una fragancia oscura y embriagadora mezclada con metal y rabia. Mis músculos arden con el esfuerzo, pero no tengo intención de reducir la velocidad. Se atrevió a tocarla. Se atrevió a provocarme ante mis ojos. La simple idea de sus manos rozando la piel de Alina despierta una rabia animal en mí. Me muevo en la sombra, mis pasos silenciosos sobre la alfombra de hojas muertas. El bosque está oscuro, solo perturbado por el susurro del viento entre los árboles y el grito lejano de un ave nocturna. Oigo el latido sordo de su corazón en algún lugar delante de mí. Damon está cerca. Un crujido de rama. Una respiración contenida. — ¿Vas a quedarte escondido mucho tiempo, Damon? Una risa sorda resuena en el silencio. Una silueta emerge lentamente de la oscuridad. Damon se apoya despreocupadamente contra un árbol
AlinaEl silencio de la caverna es opresivo. El fuego crepita suavemente, proyectando sombras titilantes en las paredes de piedra. Estoy sola, con los brazos enrollados alrededor de mis rodillas, el corazón latiendo a un ritmo irregular.Ezra se ha ido. Lo vi desaparecer en el bosque, su mirada oscura y decidida grabada en mi memoria. Va a rastrearlo. Va a enfrentarse a Damon. Pero esta vez, siento que algo ha cambiado. La ira de Ezra es diferente —más salvaje, más cruda.Me estremezco al pasar una mano por mi cabello empapado de sudor. Las palabras de Damon resuenan aún en mi mente: "Este fuego en ti… no proviene de él. Es tuyo."¿Qué significa eso?Cierro los ojos, tratando de calmar el tormento que agita mis pensamientos. Desde que Damon me tocó, he sentido que algo se despierta en mí. Un calor oscuro, hipnótico, que no me pertenece del todo… o quizás sí.Un susurro en la entrada de la caverna me hace saltar. Me levanto bruscamente, con la respiración entrecortada. Una figura apare