Alina
Me dejo llevar por la ira, por la frustración. Una ola de energía explota entre nosotros. Ezra es proyectado hacia atrás, pero aterriza suavemente sobre sus pies, una sonrisa carnívora en el rostro.
— Eso es. Deja que la magia fluya dentro de ti.
Me enderezo, jadeante.
— Voy a lograrlo.
— Lo sé.
Se acerca, y sin previo aviso, agarra mi mentón entre sus dedos.
— Y cuando lo logres... me pertenecerás.
Su beso es brutal, posesivo. Cedo, dejando que la magia arda en mis venas. No es amor, es una obsesión oscura y devoradora. Y en este instante, me entrego a ella por completo.
El Vacío es un lugar sin tiempo, sin verdadera luz, solo este cielo oscuro surcado de relámpagos rojos y esta tierra fría bajo mis pies. Aún siento la magia pulsar en mis venas, viva y ardiente, como una bestia salvaje esperando saltar.
Ezra está a unos metros de mí, inmóvil, con la mirada fría e intensa. Su rostro es una escultura perfecta de control y dominación, pero veo la luz depredadora en sus ojos. Está satisfecho. Quiere más.
— Otra vez.
Frunzo el ceño, sin aliento.
— Apenas estoy recuperando el aliento.
— No es una excusa.
Se acerca, su cuerpo tenso, cada movimiento calculado. Es el depredador perfecto. La sangre que corre por sus venas es antigua, impregnada de poder. Y quiere que me eleve a su nivel.
— No eres frágil, Alina. Esta magia en ti es antigua. Está hecha para destruir y conquistar.
Se detiene justo frente a mí, su mano fría rozando mi mejilla. Me estremezco, mi corazón latiendo más rápido.
— ¿Quieres verme perder el control?
Su sonrisa es helada.
— Quiero ver de lo que realmente eres capaz.
Mis labios se abren para protestar, pero él agarra mi muñeca y la aprieta con fuerza. Una descarga de energía negra pulsa entre nosotros, haciendo temblar mis piernas. Ezra se inclina hacia mí, su aliento caliente contra mi sien.
— Te voy a atacar. Tendrás que defenderte.
Me aparto bruscamente, los músculos tensos.
— ¿Hablas en serio?
Ezra no responde. Desaparece en una nube de sombra y reaparece detrás de mí. Antes de que pueda reaccionar, su brazo se envuelve alrededor de mi cintura y me aprieta contra él.
— Demasiado lenta.
Un rugido nace en mi pecho. Reúno la energía oscura en mis palmas, sintiendo la ardiente familiaridad subir por mis brazos. Golpeo hacia atrás con un movimiento rápido. Ezra retrocede, evitando mi ataque por poco.
— Mejor.
Desaparece de nuevo. Esta vez, siento su movimiento en el aire. Esquivo por poco una hoja de sombra que roza mi hombro. La magia pulsa en mis venas, acelerándose, liberándose.
Ezra reaparece frente a mí, una mano extendida. Una onda de choque oscura explota hacia mí. Cruzando los brazos frente a mi rostro, un escudo de sombra se forma instintivamente. El ataque rebota, proyectando a Ezra hacia atrás unos pasos.
Una sonrisa satisfecha se dibuja en sus labios.
— Bien. Aprendes rápido.
Extiendo la mano, y una flecha de sombra vuela hacia él. Ezra la evita con un movimiento rápido, pero ya estoy sobre él. Enrollo la magia alrededor de mis dedos y golpeo. Él bloquea mi puño en el último segundo, pero el impacto lo empuja hacia atrás.
— No está mal, Alina.
Su mirada se vuelve más oscura.
— Pero aún no es suficiente.
Desaparece una vez más. Esta vez, reaparece sobre mí. Una hoja de sombra brota de su mano. Levanto la mano y una barrera negra surge, pero Ezra rompe mi defensa con un simple golpe.
Caigo de rodillas, sin aliento. Ezra está sobre mí en un instante. Me aprieta al suelo, una mano en mi garganta.
— Eres demasiado cautelosa. Piensas demasiado.
Gruño, la energía burbujeando en mis venas.
— Suéltame.
— Ríndete.
— Nunca.
Aprieto los dientes. Una ola de energía explota a mi alrededor, arrojando a Ezra hacia atrás. Me levanto de un salto, el aliento entrecortado. Él rueda suavemente por el suelo y se endereza, un brillo divertido en la mirada.
— Eso es lo que quiero ver.
Aprieto los puños, la magia vibrando a mi alrededor como una tormenta.
Ezra avanza de nuevo, su torso poderoso levantándose al ritmo de su respiración. Se detiene justo frente a mí.
— ¿Sientes este poder? susurra.
Asiento, incapaz de apartar la mirada de la suya.
— Entonces úsalo.
Reúno la energía oscura en mis manos. Una aura negra se eleva a mi alrededor. Ezra me observa, sus ojos brillando con un fuego ardiente.
Golpeo.
Un haz de sombra surge de mis manos, cortando el aire con una potencia bruta. Ezra lo bloquea, pero esta vez retrocede bajo el impacto. Se endereza, una sonrisa feroz en el rostro.
— Eso es. Deja que la magia te guíe.
Jadeo, el corazón latiendo a un ritmo salvaje. La energía me rodea, chisporroteante.
Ezra se acerca lentamente. Coloca una mano en mi mejilla.
— Comienzas a entender.
Mi respiración se acelera cuando desliza su pulgar a lo largo de mi mandíbula.
— No he terminado.
Un destello pasa por sus ojos. Agarra mi muñeca, tirándome bruscamente contra él. Su aliento caliente roza mi oído.
— Muéstrame, Alina. Muéstrame de qué eres realmente capaz.
Un rugido nace en mi pecho. La magia explota entre nosotros. Ezra sonríe, y esta vez, no retengo nada.
AlinaMe dejo llevar completamente por la sombra.Con el aliento entrecortado, el corazón latiendo violentamente en mi pecho, me quedo frente a Ezra, la mirada fija en la suya. La energía oscura pulsa aún en mis venas, viva y ardiente, pero mis músculos tiemblan bajo el esfuerzo.Ezra está de pie frente a mí, torso desnudo, las sombras deslizándose a lo largo de su piel como serpientes vivas. Una gota de sudor recorre su torso, desapareciendo bajo el cinturón de su pantalón negro. Sus ojos brillan con un resplandor rojo oscuro, el reflejo de la magia que acaba de liberar.— Otra vez.Aprieto los dientes.— Estoy al límite.Ezra avanza un paso lento, depredador. Su sonrisa ladeada revela un destello de dientes blancos. Es magnífico en su brutalidad. Peligroso. Tentador.— ¿Crees que tus enemigos te dejarán tiempo para descansar?Retrocedo un paso, pero Ezra ya está sobre mí. Su brazo se envuelve alrededor de mi cintura y me aplasta contra su torso duro. Siento el calor de su piel contr
AlinaEl silencio reina en la caverna, solo interrumpido por el martilleo regular de mi corazón contra mi pecho. El eco de la pelea con Ezra resuena aún en mis músculos adoloridos. La magia en mí palpita débilmente, como una brasa que se niega a apagarse.Permanezco sentada contra la pared fría, con la respiración entrecortada y las piernas temblorosas. La tensión en el aire es aún palpable, impregnada de esa energía oscura que Ezra ha despertado en mí. Mis palmas están marcadas por ligeras trazas oscuras, vestigios del poder que he liberado.Ezra me ha dejado aquí, después de empujarme al límite. Ha despertado algo en mí, algo que no puedo controlar, pero que ya no puedo ignorar.Cierro los ojos. La imagen de su mirada intensa, de su sonrisa oscura y de la presión de sus manos sobre mi piel aún me persigue. No es solo la pelea lo que me ha perturbado. Es la forma en que me mira. Como si ya me perteneciera.— ¿Vas a quedarte ahí toda la noche?La voz grave y rasposa de Ezra rompe el s
Alina . No hay odio. Más bien… un hambre. Un vacío extraño en mi pecho, una pulsación oscura en mis venas que solo espera ser alimentada.No puedo negarlo. Este poder dentro de mí… me llama. Reclama a Ezra.Cierro los ojos, la respiración entrecortada.— Pareces perturbada.Me sobresalto violentamente.Una silueta se recorta en la entrada de la caverna. Ojos dorados brillan en la sombra, una sonrisa perezosa dibujándose en labios carnosos.Damon.El lobo negro avanza lentamente, su cuerpo ágil y musculoso iluminado por el tenue brillo de la luna. Lleva una camisa oscura abierta en su pecho, dejando entrever cicatrices finas que recorren su piel. Su cabello negro cae en mechones desordenados alrededor de su rostro.Me incorporo de un movimiento brusco.— ¿Qué haces aquí?Damon se arrodilla frente a mí, su sonrisa depredadora sin desvanecerse. Extiende una mano hacia mi mejilla, y me tenso.— Te vi. Con Ezra.Empujo su mano violentamente.— ¿Y qué?Su sonrisa se ensancha.— Entonces,
AlinaSu voz es ronca, al borde del rugido. Retrocede ligeramente, y su mirada oscura se clava en la mía. Las luces rojas que bailan en sus iris aún no han desaparecido. La rabia que siente hacia Damon es palpable en el aire.— No tenía que tocarte.Levanto una mano hacia su rostro, mis dedos rozando su mandíbula tensa.— Lo sé.Cierra los ojos un segundo bajo mi toque, luego su mano desliza a lo largo de mi mejilla, acariciando mi piel con una suavidad que contrasta con la violencia que acaba de desatar.— No dejaré que nadie se acerque a ti así.— Ezra...Sé lo que siente. Esa posesividad brutal, esa necesidad de reclamarme como suya. Una parte de mí arde de deseo de ceder, de abandonarme completamente a él. Pero otra parte... la que Damon ha despertado, resiste.Me aparto ligeramente, con la respiración entrecortada.— No puedes poseerme, Ezra.Un destello peligroso atraviesa sus ojos. Avanza un paso, su cuerpo rozando el mío.— Ya eres mía, Alina. Lo sabes.— No.Aprieta la mandíb
Ezra La noche es pesada, cargada del olor de la sangre y del sudor. Corro por el bosque, mis sentidos alerta, rastreando la presencia de Damon. Su olor aún impregna el aire, una fragancia oscura y embriagadora mezclada con metal y rabia. Mis músculos arden con el esfuerzo, pero no tengo intención de reducir la velocidad. Se atrevió a tocarla. Se atrevió a provocarme ante mis ojos. La simple idea de sus manos rozando la piel de Alina despierta una rabia animal en mí. Me muevo en la sombra, mis pasos silenciosos sobre la alfombra de hojas muertas. El bosque está oscuro, solo perturbado por el susurro del viento entre los árboles y el grito lejano de un ave nocturna. Oigo el latido sordo de su corazón en algún lugar delante de mí. Damon está cerca. Un crujido de rama. Una respiración contenida. — ¿Vas a quedarte escondido mucho tiempo, Damon? Una risa sorda resuena en el silencio. Una silueta emerge lentamente de la oscuridad. Damon se apoya despreocupadamente contra un árbol
AlinaEl silencio de la caverna es opresivo. El fuego crepita suavemente, proyectando sombras titilantes en las paredes de piedra. Estoy sola, con los brazos enrollados alrededor de mis rodillas, el corazón latiendo a un ritmo irregular.Ezra se ha ido. Lo vi desaparecer en el bosque, su mirada oscura y decidida grabada en mi memoria. Va a rastrearlo. Va a enfrentarse a Damon. Pero esta vez, siento que algo ha cambiado. La ira de Ezra es diferente —más salvaje, más cruda.Me estremezco al pasar una mano por mi cabello empapado de sudor. Las palabras de Damon resuenan aún en mi mente: "Este fuego en ti… no proviene de él. Es tuyo."¿Qué significa eso?Cierro los ojos, tratando de calmar el tormento que agita mis pensamientos. Desde que Damon me tocó, he sentido que algo se despierta en mí. Un calor oscuro, hipnótico, que no me pertenece del todo… o quizás sí.Un susurro en la entrada de la caverna me hace saltar. Me levanto bruscamente, con la respiración entrecortada. Una figura apare
AlinaPermanezco de rodillas, con la respiración entrecortada. Damon se arrodilla frente a mí, sus manos tomando mi rostro entre sus palmas.— Alina… mírame.Levanto lentamente la vista.— ¿Qué me está pasando?— Lo descubriré. Te lo prometo.Me besa suavemente en la frente, su aliento cálido contra mi piel.— Te protegeré, Alina. No importa el precio.Me dejo ir contra él, mis fuerzas abandonándome lentamente. Damon me levanta en sus brazos y me atrae hacia él, su corazón latiendo fuerte bajo mi mejilla.— Estoy aquí, murmura. No te dejaré hundirte.DamonCon la respiración entrecortada, contemplo la frágil silueta de Alina, acurrucada contra mi pecho. Su rostro es pálido, sus ojos entrecerrados, y siento su aliento errático contra mi piel. La luz temblorosa del fuego revela el sudor perlado en su frente y el temblor de sus manos.Paso una mano por su cabello, abrazándola más fuerte contra mí. Mi corazón late violentamente en mi pecho, incapaz de calmarse después de lo que acaba de s
DamonMe falta el aliento mientras abrazo a Alina. Su cuerpo está frío, demasiado frío.Su respiración es débil, entrecortada. Sus labios están azulados. La llevo hasta la cama rudimentaria en la cabaña abandonada, mis músculos temblando por el esfuerzo. Sus ojos están entrecerrados, pero siento su mirada seguirme.— Alina, quédate conmigo, ¿de acuerdo? —murmuro mientras paso una mano temblorosa por su cabello húmedo.No responde. Un escalofrío la recorre, y su cuerpo se arquea levemente, como si una fuerza invisible intentara romperla desde adentro.Me inclino sobre ella, mi corazón latiendo furiosamente contra mi pecho.— ¡Alina! ¡Alina, abre los ojos!Sus párpados parpadean lentamente. Luego sus ojos se abren —pero ya no son los mismos. Las iris son negras como una noche sin luna, atravesadas por un destello metálico plateado.— Damon…Su voz es débil, quebrada. Extiendo una mano hacia su rostro, pero una onda helada recorre mi cuerpo tan pronto como mi piel roza la suya.— ¿Qué… q