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Capítulo 37 – El precio del poder

Alina

   . No hay odio. Más bien… un hambre. Un vacío extraño en mi pecho, una pulsación oscura en mis venas que solo espera ser alimentada.

No puedo negarlo. Este poder dentro de mí… me llama. Reclama a Ezra.

Cierro los ojos, la respiración entrecortada.

— Pareces perturbada.

Me sobresalto violentamente.

Una silueta se recorta en la entrada de la caverna. Ojos dorados brillan en la sombra, una sonrisa perezosa dibujándose en labios carnosos.

Damon.

El lobo negro avanza lentamente, su cuerpo ágil y musculoso iluminado por el tenue brillo de la luna. Lleva una camisa oscura abierta en su pecho, dejando entrever cicatrices finas que recorren su piel. Su cabello negro cae en mechones desordenados alrededor de su rostro.

Me incorporo de un movimiento brusco.

— ¿Qué haces aquí?

Damon se arrodilla frente a mí, su sonrisa depredadora sin desvanecerse. Extiende una mano hacia mi mejilla, y me tenso.

— Te vi. Con Ezra.

Empujo su mano violentamente.

— ¿Y qué?

Su sonrisa se ensancha.

— Entonces, parece que está haciendo exactamente lo que había previsto: despertar ese poder en ti.

— ¿Sabías?

Damon ríe suavemente, una risa áspera y profunda.

— Claro que lo sabía. ¿Crees que Ezra te habría elegido por casualidad? Este poder dentro de ti, él lo siente desde el principio. Te empuja a aceptarlo.

— No soy como él.

Damon se acerca, su rostro a pocos centímetros del mío. Su aliento roza mi piel.

— Sí, Alina. Eres como él. Y como yo. Somos las sombras en este mundo de luz. No eres una presa. Eres un depredador.

Me escapo de él, el corazón acelerado.

— No soy como ustedes. No quiero convertirme en un monstruo.

Damon se levanta lentamente, su mirada oscura posándose sobre mí con una extraña ternura.

— Entonces, ¿por qué sientes esta hambre? ¿Por qué tu cuerpo todavía tiembla bajo el toque de Ezra? ¿Por qué tu corazón late tan rápido, ahora que estoy aquí?

Mis puños se aprietan. Mi cuerpo está tenso, atravesado por un calor sordo.

Damon se acerca aún más, presionándome esta vez contra la pared de la caverna. Su cuerpo se presiona contra el mío, una mano posándose en mi cadera.

— Sientes eso, ¿verdad? ¿Ese escalofrío? ¿Esa pulsación oscura?

— Para…

Su mano desliza lentamente a lo largo de mi cadera, una caricia apenas perceptible.

— No puedes escapar, Alina. La magia oscura en ti ya ha echado raíces. Ezra lo sabe. Te ha preparado para esto.

Cierro los ojos, una ola de calor propagándose en mi vientre. Una parte de mí quiere rechazarlo. La otra… quiere ceder.

— ¿Es eso lo que quiere Ezra? murmuro.

Damon sonríe, su aliento rozando mi oído.

— Ezra quiere que te dejes llevar. Yo? Quiero ver hasta dónde puedes llegar.

Agarra mi mentón entre sus dedos, obligándome a mirarlo a los ojos.

— Entonces, Alina. ¿Finalmente aceptarás quién eres?

Un rugido sordo resuena en la caverna.

— Aléjate de ella.

Ezra.

Damon sonríe, pero no retrocede. Deja deslizar su mano a lo largo de mi cadera, provocando deliberadamente a Ezra.

— Relájate, Ezra. Ella aún no ha decidido a quién pertenece.

Ezra surge en la caverna como una sombra viva. En un segundo, arranca a Damon de mí y lo aplasta brutalmente contra la pared.

— Ella no te pertenece, Damon.

— Ella no pertenece a nadie, replica Damon, la respiración entrecortada.

Los músculos de Ezra se contraen, su mano apretada alrededor de la garganta de Damon.

— Ella es mía.

Mi corazón se acelera.

— ¡Ezra!

Él ni siquiera me mira. Sus ojos son rojos de rabia, una mirada asesina cruzando su rostro.

Damon ríe suavemente, su rostro aún prisionero de la mano de Ezra.

— Entonces, muéstramelo.

Ezra lo lanza violentamente contra el suelo. Damon se reincorpora riendo, limpiando la sangre en la esquina de su labio.

— Interesante.

Se aleja lentamente hacia la salida, su mirada deslizándose una última vez sobre mí.

— Esto es solo el comienzo, Alina. Tendrás que tomar una decisión.

Desaparece en la sombra.

Me vuelvo hacia Ezra, el corazón acelerado.

— Ezra…

Él ya está sobre mí, tomándome por la cintura y aplastándome contra él. Sus manos rodean mis caderas, su aliento agitado contra mi garganta.

— No se acercará más a ti.

— No puedes encerrarme, Ezra.

Sus ojos se hunden en los míos.

— Puedo ser tuyo sin estar encerrada.

Siento su boca rozar la mía. Mi cuerpo se enciende bajo su toque.

— Entonces, demuéstralo, murmura.

Aplasto mis labios contra los suyos. La magia en mí explota, mezclándose con la de Ezra en una ola ardiente. Mis manos se aferran a él, su cuerpo duro contra el mío.

Él me levanta, mis piernas enrollándose alrededor de su cintura. Nuestras respiraciones se entrelazan, nuestro deseo intensificándose.

Estoy perdida en él. Y por primera vez… no tengo miedo.

Alina

El silencio que sigue a la partida de Damon es casi más sofocante que su presencia. Mi respiración es corta, mi corazón latiendo aún bajo el efecto del deseo y el miedo que me han atravesado. Los brazos de Ezra siguen envueltos alrededor de mi cintura, su cuerpo tenso contra el mío.

— Alina…

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