Alina
. No hay odio. Más bien… un hambre. Un vacío extraño en mi pecho, una pulsación oscura en mis venas que solo espera ser alimentada.
No puedo negarlo. Este poder dentro de mí… me llama. Reclama a Ezra.
Cierro los ojos, la respiración entrecortada.
— Pareces perturbada.
Me sobresalto violentamente.
Una silueta se recorta en la entrada de la caverna. Ojos dorados brillan en la sombra, una sonrisa perezosa dibujándose en labios carnosos.
Damon.
El lobo negro avanza lentamente, su cuerpo ágil y musculoso iluminado por el tenue brillo de la luna. Lleva una camisa oscura abierta en su pecho, dejando entrever cicatrices finas que recorren su piel. Su cabello negro cae en mechones desordenados alrededor de su rostro.
Me incorporo de un movimiento brusco.
— ¿Qué haces aquí?
Damon se arrodilla frente a mí, su sonrisa depredadora sin desvanecerse. Extiende una mano hacia mi mejilla, y me tenso.
— Te vi. Con Ezra.
Empujo su mano violentamente.
— ¿Y qué?
Su sonrisa se ensancha.
— Entonces, parece que está haciendo exactamente lo que había previsto: despertar ese poder en ti.
— ¿Sabías?
Damon ríe suavemente, una risa áspera y profunda.
— Claro que lo sabía. ¿Crees que Ezra te habría elegido por casualidad? Este poder dentro de ti, él lo siente desde el principio. Te empuja a aceptarlo.
— No soy como él.
Damon se acerca, su rostro a pocos centímetros del mío. Su aliento roza mi piel.
— Sí, Alina. Eres como él. Y como yo. Somos las sombras en este mundo de luz. No eres una presa. Eres un depredador.
Me escapo de él, el corazón acelerado.
— No soy como ustedes. No quiero convertirme en un monstruo.
Damon se levanta lentamente, su mirada oscura posándose sobre mí con una extraña ternura.
— Entonces, ¿por qué sientes esta hambre? ¿Por qué tu cuerpo todavía tiembla bajo el toque de Ezra? ¿Por qué tu corazón late tan rápido, ahora que estoy aquí?
Mis puños se aprietan. Mi cuerpo está tenso, atravesado por un calor sordo.
Damon se acerca aún más, presionándome esta vez contra la pared de la caverna. Su cuerpo se presiona contra el mío, una mano posándose en mi cadera.
— Sientes eso, ¿verdad? ¿Ese escalofrío? ¿Esa pulsación oscura?
— Para…
Su mano desliza lentamente a lo largo de mi cadera, una caricia apenas perceptible.
— No puedes escapar, Alina. La magia oscura en ti ya ha echado raíces. Ezra lo sabe. Te ha preparado para esto.
Cierro los ojos, una ola de calor propagándose en mi vientre. Una parte de mí quiere rechazarlo. La otra… quiere ceder.
— ¿Es eso lo que quiere Ezra? murmuro.
Damon sonríe, su aliento rozando mi oído.
— Ezra quiere que te dejes llevar. Yo? Quiero ver hasta dónde puedes llegar.
Agarra mi mentón entre sus dedos, obligándome a mirarlo a los ojos.
— Entonces, Alina. ¿Finalmente aceptarás quién eres?
Un rugido sordo resuena en la caverna.
— Aléjate de ella.
Ezra.
Damon sonríe, pero no retrocede. Deja deslizar su mano a lo largo de mi cadera, provocando deliberadamente a Ezra.
— Relájate, Ezra. Ella aún no ha decidido a quién pertenece.
Ezra surge en la caverna como una sombra viva. En un segundo, arranca a Damon de mí y lo aplasta brutalmente contra la pared.
— Ella no te pertenece, Damon.
— Ella no pertenece a nadie, replica Damon, la respiración entrecortada.
Los músculos de Ezra se contraen, su mano apretada alrededor de la garganta de Damon.
— Ella es mía.
Mi corazón se acelera.
— ¡Ezra!
Él ni siquiera me mira. Sus ojos son rojos de rabia, una mirada asesina cruzando su rostro.
Damon ríe suavemente, su rostro aún prisionero de la mano de Ezra.
— Entonces, muéstramelo.
Ezra lo lanza violentamente contra el suelo. Damon se reincorpora riendo, limpiando la sangre en la esquina de su labio.
— Interesante.
Se aleja lentamente hacia la salida, su mirada deslizándose una última vez sobre mí.
— Esto es solo el comienzo, Alina. Tendrás que tomar una decisión.
Desaparece en la sombra.
Me vuelvo hacia Ezra, el corazón acelerado.
— Ezra…
Él ya está sobre mí, tomándome por la cintura y aplastándome contra él. Sus manos rodean mis caderas, su aliento agitado contra mi garganta.
— No se acercará más a ti.
— No puedes encerrarme, Ezra.
Sus ojos se hunden en los míos.
— Puedo ser tuyo sin estar encerrada.
Siento su boca rozar la mía. Mi cuerpo se enciende bajo su toque.
— Entonces, demuéstralo, murmura.
Aplasto mis labios contra los suyos. La magia en mí explota, mezclándose con la de Ezra en una ola ardiente. Mis manos se aferran a él, su cuerpo duro contra el mío.
Él me levanta, mis piernas enrollándose alrededor de su cintura. Nuestras respiraciones se entrelazan, nuestro deseo intensificándose.
Estoy perdida en él. Y por primera vez… no tengo miedo.
Alina
El silencio que sigue a la partida de Damon es casi más sofocante que su presencia. Mi respiración es corta, mi corazón latiendo aún bajo el efecto del deseo y el miedo que me han atravesado. Los brazos de Ezra siguen envueltos alrededor de mi cintura, su cuerpo tenso contra el mío.
— Alina…
AlinaSu voz es ronca, al borde del rugido. Retrocede ligeramente, y su mirada oscura se clava en la mía. Las luces rojas que bailan en sus iris aún no han desaparecido. La rabia que siente hacia Damon es palpable en el aire.— No tenía que tocarte.Levanto una mano hacia su rostro, mis dedos rozando su mandíbula tensa.— Lo sé.Cierra los ojos un segundo bajo mi toque, luego su mano desliza a lo largo de mi mejilla, acariciando mi piel con una suavidad que contrasta con la violencia que acaba de desatar.— No dejaré que nadie se acerque a ti así.— Ezra...Sé lo que siente. Esa posesividad brutal, esa necesidad de reclamarme como suya. Una parte de mí arde de deseo de ceder, de abandonarme completamente a él. Pero otra parte... la que Damon ha despertado, resiste.Me aparto ligeramente, con la respiración entrecortada.— No puedes poseerme, Ezra.Un destello peligroso atraviesa sus ojos. Avanza un paso, su cuerpo rozando el mío.— Ya eres mía, Alina. Lo sabes.— No.Aprieta la mandíb
Ezra La noche es pesada, cargada del olor de la sangre y del sudor. Corro por el bosque, mis sentidos alerta, rastreando la presencia de Damon. Su olor aún impregna el aire, una fragancia oscura y embriagadora mezclada con metal y rabia. Mis músculos arden con el esfuerzo, pero no tengo intención de reducir la velocidad. Se atrevió a tocarla. Se atrevió a provocarme ante mis ojos. La simple idea de sus manos rozando la piel de Alina despierta una rabia animal en mí. Me muevo en la sombra, mis pasos silenciosos sobre la alfombra de hojas muertas. El bosque está oscuro, solo perturbado por el susurro del viento entre los árboles y el grito lejano de un ave nocturna. Oigo el latido sordo de su corazón en algún lugar delante de mí. Damon está cerca. Un crujido de rama. Una respiración contenida. — ¿Vas a quedarte escondido mucho tiempo, Damon? Una risa sorda resuena en el silencio. Una silueta emerge lentamente de la oscuridad. Damon se apoya despreocupadamente contra un árbol
AlinaEl silencio de la caverna es opresivo. El fuego crepita suavemente, proyectando sombras titilantes en las paredes de piedra. Estoy sola, con los brazos enrollados alrededor de mis rodillas, el corazón latiendo a un ritmo irregular.Ezra se ha ido. Lo vi desaparecer en el bosque, su mirada oscura y decidida grabada en mi memoria. Va a rastrearlo. Va a enfrentarse a Damon. Pero esta vez, siento que algo ha cambiado. La ira de Ezra es diferente —más salvaje, más cruda.Me estremezco al pasar una mano por mi cabello empapado de sudor. Las palabras de Damon resuenan aún en mi mente: "Este fuego en ti… no proviene de él. Es tuyo."¿Qué significa eso?Cierro los ojos, tratando de calmar el tormento que agita mis pensamientos. Desde que Damon me tocó, he sentido que algo se despierta en mí. Un calor oscuro, hipnótico, que no me pertenece del todo… o quizás sí.Un susurro en la entrada de la caverna me hace saltar. Me levanto bruscamente, con la respiración entrecortada. Una figura apare
AlinaPermanezco de rodillas, con la respiración entrecortada. Damon se arrodilla frente a mí, sus manos tomando mi rostro entre sus palmas.— Alina… mírame.Levanto lentamente la vista.— ¿Qué me está pasando?— Lo descubriré. Te lo prometo.Me besa suavemente en la frente, su aliento cálido contra mi piel.— Te protegeré, Alina. No importa el precio.Me dejo ir contra él, mis fuerzas abandonándome lentamente. Damon me levanta en sus brazos y me atrae hacia él, su corazón latiendo fuerte bajo mi mejilla.— Estoy aquí, murmura. No te dejaré hundirte.DamonCon la respiración entrecortada, contemplo la frágil silueta de Alina, acurrucada contra mi pecho. Su rostro es pálido, sus ojos entrecerrados, y siento su aliento errático contra mi piel. La luz temblorosa del fuego revela el sudor perlado en su frente y el temblor de sus manos.Paso una mano por su cabello, abrazándola más fuerte contra mí. Mi corazón late violentamente en mi pecho, incapaz de calmarse después de lo que acaba de s
DamonMe falta el aliento mientras abrazo a Alina. Su cuerpo está frío, demasiado frío.Su respiración es débil, entrecortada. Sus labios están azulados. La llevo hasta la cama rudimentaria en la cabaña abandonada, mis músculos temblando por el esfuerzo. Sus ojos están entrecerrados, pero siento su mirada seguirme.— Alina, quédate conmigo, ¿de acuerdo? —murmuro mientras paso una mano temblorosa por su cabello húmedo.No responde. Un escalofrío la recorre, y su cuerpo se arquea levemente, como si una fuerza invisible intentara romperla desde adentro.Me inclino sobre ella, mi corazón latiendo furiosamente contra mi pecho.— ¡Alina! ¡Alina, abre los ojos!Sus párpados parpadean lentamente. Luego sus ojos se abren —pero ya no son los mismos. Las iris son negras como una noche sin luna, atravesadas por un destello metálico plateado.— Damon…Su voz es débil, quebrada. Extiendo una mano hacia su rostro, pero una onda helada recorre mi cuerpo tan pronto como mi piel roza la suya.— ¿Qué… q
Damon El silencio de la noche pesa como un sudario. Alina está en mis brazos, su respiración errática contra mi pecho. Cada inspiración es dolorosa, cada latido de su corazón resuena como una campana en mi cabeza. La deposito suavemente sobre la cama improvisada en la cabaña, mis dedos rozando la curva frágil de su rostro. Su tez es lívida, sombras violáceas marcan la piel bajo sus ojos. — Alina… quédate conmigo. Sus párpados parpadean débilmente. Una lágrima resbala por su mejilla. Ella murmura algo inaudible, su voz apagada por el cansancio y el dolor. Me inclino, mi frente tocando la suya. — ¿Qué dijiste? — Lo siento… Sus labios tiemblan. Paso una mano por su cabello, el corazón al borde de la explosión. — No es tu culpa. No tienes la culpa de nada. — Sí… Su aliento es entrecortado. Está dentro de mí ahora. Cierro los ojos. Ezra. Ese bastardo. Se ha insinuado en ella, como una sombra venenosa que la roe desde adentro. Si no hago nada, la poseerá por completo.
DamonLa mañana es oscura, el cielo cargado de nubes gruesas. El aire es pesado, saturado con la tensión de la noche anterior. La cabaña está sumida en un silencio opresivo, solo perturbado por la respiración corta de Alina contra mi pecho.Ella duerme, pero su rostro está tenso, como si su mente aún estuviera encadenada a lo que Ezra le hizo. Mi brazo está alrededor de su cintura, mis dedos acariciando inconscientemente la curva de su espalda. Su piel está fría, demasiado fría.Cierro los ojos, mi mandíbula se tensa bajo la rabia impotente que me consume. Ezra. Ese bastardo se atrevió a marcarla, a atarla a él. Y ahora, ni siquiera puedo matarlo sin arriesgarme a perderla también a ella.— ¿Estás despierto?La voz de Alina es débil, apenas un susurro. Bajo la mirada y encuentro su mirada. Sus pupilas están dilatadas, una luz oscura en el fondo de sus iris dorados.— Sí, murmuro acariciando su cabello. ¿Cómo te sientes?Ella esboza una débil sonrisa.— Como si una sombra me rozara baj
AlinaEl frío me atraviesa hasta los huesos. Mis párpados son pesados, pero el sonido ronco de la respiración de Damon me saca de las profundidades del vacío. Abro los ojos con dificultad, la luz pálida de la luna reflejándose a través de las grietas del techo de la cabaña. Mi cuerpo está entumecido, como si algo se hubiera roto dentro de mí.Una mano caliente envuelve la mía, y siento la presión de sus dedos. Damon está sentado a mi lado, su rostro tenso, marcado por la preocupación. Sus ojos ámbar, casi dorados bajo la luz lunar, están velados por una sombra que nunca había visto.— Alina...Su voz es áspera, rota. Roza mi mejilla con la yema de los dedos, y una calidez familiar se propaga bajo mi piel.— Damon... murmuro.Cierra los ojos, y un escalofrío recorre su cuerpo. Sus labios tiemblan. Me mira como si estuviera a punto de desaparecer.— ¿Estás bien? pregunta con voz tensa.Asiento lentamente con la cabeza.— ¿Se ha ido?Damon aparta la mirada. Su mandíbula se contrae.— Por