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Capítulo 33 – El pacto de la sombra  

Alina  

A la mañana siguiente, la luz gris del alba se filtra a través de las pesadas cortinas de mi habitación. Mi cuerpo está adolorido, marcado por la intensidad de la magia que Ezra ha despertado en mí. Mis párpados son pesados, mi respiración entrecortada. Sin embargo, estoy extrañamente alerta, como si una nueva fuerza fluyera por mis venas.  

Todavía estoy en la cama, las sábanas arrugadas alrededor de mi cintura, cuando la puerta se abre lentamente. Ezra entra en silencio, vestido con un pantalón negro y una camisa medio desabotonada. Su mirada resplandeciente se posa inmediatamente en mí. Se detiene en la entrada de la habitación, su expresión indescifrable.  

— Estás despierta.  

Su voz es baja, áspera, vibrante de una autoridad natural que despierta un escalofrío a lo largo de mi columna vertebral. Aprieto la sábana contra mi pecho.  

— No he dormido mucho.  

Ezra avanza, el sonido de sus pasos resonando suavemente en el parquet. Se detiene al pie de la cama, y su mirada intensa se posa en mi garganta expuesta.  

— La magia está adaptándose a ti. ¿Lo sientes?  

Asiento con la cabeza, mis dedos crispados sobre la sábana.  

— Está... viva. Como si respirara a través de mí.  

Ezra sonríe lentamente, esa sonrisa oscura y carnívora que siempre me inquieta.  

— Eso es exactamente lo que esperaba.  

Extiende la mano, rozando suavemente mi muñeca. Una descarga de energía negra pulsa entre nosotros. Contengo un suspiro tembloroso.  

— Pero esta magia no es estable, Alina. Si la dejas controlarte, te destruirá.  

— Entonces muéstrame cómo dominarla.  

Un destello pasa por sus ojos. Se sienta al borde de la cama, su rodilla rozando mi muslo desnudo bajo la sábana. Su mano desliza a lo largo de mi brazo, dejando escalofríos ardientes en mi piel.  

— ¿Estás lista para ir hasta el final?  

Apreto los dientes.  

— Sí.  

Ezra se inclina hacia mí, su rostro a unos centímetros del mío.  

— Entonces vamos a empezar. Ahora.  

Agarra de repente mi mano y me tira fuera de la cama. Protesto levemente al sentir el frío del suelo bajo mis pies descalzos, pero no me deja opción. Me lleva hacia el centro de la habitación, y con un rápido gesto de la mano, abre un portal de sombra frente a nosotros. La energía negra gira, chisporroteando en el aire.  

— ¿Quieres dominar esta magia? Entonces sígueme.  

Lo miro, dudosa.  

— ¿A dónde vamos?  

— A un lugar donde no tendrás opción de aprender a sobrevivir.  

Mi corazón se detiene un latido. Tomo una respiración profunda, luego entro en el portal con él.  

La transición es brutal. El frío me envuelve instantáneamente, y una presión aplastante se cierne sobre mis hombros. Abro los ojos para descubrir un paisaje desolado: una llanura oscura, barrida por vientos aulladores. Un cielo negro surcado de relámpagos rojos se extiende hasta el infinito. El aire está cargado de magia bruta, asfixiante.  

Ezra está a mi lado, impasible.  

— Este lugar se llama el Vacío. Aquí es donde nació la magia oscura.  

Me estremezco.  

— ¿Por qué llevarme aquí?  

Ezra se vuelve hacia mí, su mirada penetrante.  

— Porque aquí es donde aprenderás a controlarla... o serás devorada por ella.  

Un estruendo resuena a lo lejos. Me doy la vuelta justo a tiempo para ver una criatura emerger de la sombra. Inmensa. Sinuosa. Sus ojos rojos brillan en la oscuridad, y su boca se abre, revelando una fila de colmillos afilados.  

— ¿Qué es eso?!  

— Un espectro de sombra. Ezra sonríe fríamente. Está atraído por tu magia. Si no lo rechazas, te devorará.  

La criatura emite un rugido, y el aire tiembla a nuestro alrededor. Mi corazón se acelera.  

— ¡Estás loco!  

Ezra se acerca, su aliento cálido rozando mi sien.  

— Muéstrame, Alina. Muéstrame de qué eres capaz.  

La criatura salta. Un reflejo primal se despierta en mí. Levanto mis manos, y la magia pulsa en mi sangre. Filamentos negros brotan de mis dedos, impactando a la criatura en pleno torso. El espectro grita y retrocede, pero siento la magia tambalear.  

Ezra me agarra por la cintura, su torso pegado a mi espalda.  

— Concéntrate. Respira.  

— ¡No puedo!  

— Sí, puedes. Deja que la magia te inunde. Pero no la temas.  

El espectro salta de nuevo. Siento la energía negra envolviéndome. Esta vez, la canalizo, dirigiéndola hacia la criatura. Un rayo de sombra explota de mis manos, atravesando el pecho del espectro. La criatura emite un grito y se evapora en una lluvia de cenizas negras.  

Caigo de rodillas, jadeante. Ezra se agacha frente a mí, una mano en mi mejilla.  

— Bien hecho.  

Levanto la vista hacia él, mi aliento tembloroso.  

— Estuve a punto de perder el control.  

— Pero no lo perdiste.  

Él roza mi labio con la yema del dedo.  

— Te dije que eras especial. Esto es solo el comienzo.  

Me estremezco al sentir la tensión entre nosotros. Su mirada se intensifica.  

— Otra vez.  

— ¿Qué?  

— Atácame.  

Me tenso.  

— Ezra...  

— Atácame. Hazlo ahora.  

Se aleja un poco, levantando los brazos, ofreciendo un blanco perfecto.  

— No quiero hacerte daño.  

— No puedes hacerme daño.  

Aprieto los puños, sintiendo la magia pulsar en mis venas. Luego extiendo la mano. La energía negra estalla, y Ezra la detiene con un gesto de la mano.  

— ¡Más fuerte! —gruñe.  

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