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Capítulo 31 – El precio del poder

Alina

La puerta se abre suavemente. Damon entra, una bandeja en las manos. Su mirada oscura se posa inmediatamente en mi muñeca, una sombra cruzando su expresión.

— Estás despierta, murmura mientras deja la bandeja en la mesita de noche.

Asiento con la cabeza, mi garganta seca. Se sienta al borde de la cama, su mano posándose suavemente sobre la mía.

— ¿Cómo te sientes?

Fijo la vista en los filamentos oscuros bajo mi piel, el corazón latiendo.

— Diferente.

Damon frunce el ceño. Rozando mi muñeca con la punta de los dedos, una onda de calor recorre mi piel, disipando ligeramente la oscuridad.

— Has cavado demasiado profundo, murmura. Ezra nunca debió empujarte tan lejos.

— Tenía que hacerlo, digo, mi voz temblando. No puedo quedarme débil, Damon. No ahora.

Su mirada se oscurece.

— ¿Realmente crees que esta magia te ayudará? No entiendes lo que realmente es.

Me incorporo, una ola de determinación envolviendo mi corazón.

— Entonces explícame.

Él permanece en silencio un momento, su mirada bajando hacia mi mano.

— Esta magia… Toma una respiración temblorosa. No fue creada para servirte. Fue creada para controlarte. Si la aceptas por completo, tomará el control sobre ti.

Frunzo el ceño.

— Ezra dijo que podía dominarla.

Damon ríe fríamente.

— Claro que dijo eso. Ezra ya ha sucumbido a esta magia. Está atado a ella. ¿Crees que te ayuda por bondad? No. Te está entrenando porque quiere que te conviertas en como él.

Un escalofrío recorre mi columna vertebral.

— Ezra no me manipula.

— ¿Estás segura? Damon se levanta, su figura tensa. ¿No sientes nada cuando está cerca de ti? ¿Esa conexión extraña entre ustedes?

Aprieto los labios. Sí, la siento. Esa atracción magnética, ese vínculo oscuro que pulsa en mi sangre cada vez que Ezra me mira. Pero no es el momento de admitir eso.

— No estoy bajo su influencia, insisto.

Damon se acerca a mí, su aliento caliente rozando mi mejilla.

— ¿Crees que puedes resistirle? ¿Crees que puedes resistir lo que él representa?

Levanto el mentón, desafiando su mirada.

— No tengo otra opción.

Damon pasa una mano por mi cabello, su pulgar dibujando lentamente la línea de mi mandíbula.

— Si realmente quieres dominar esta magia, entonces te ayudaré. Pero a mi manera. No de la manera de Ezra.

— ¿Qué quieres decir?

— Levántate.

Frunzo el ceño, pero obedezco. Mis piernas todavía tiemblan, pero Damon me agarra por la cintura para sostenerme. Me lleva al centro de la habitación y luego retrocede unos pasos.

— Atácame.

Mi corazón se detiene un latido.

— ¿Qué?

— Si quieres dominar esta magia, debes aprender a usarla en una situación real. Así que atácame.

— Damon…

— Ahora.

Cierro los puños. Una ola de calor oscuro pulsa en mis venas. La energía se agita, lista para estallar.

Extiendo la mano, pero una vacilación me paraliza. Damon me mira con intensidad.

— ¿Dudas? Ezra no dudará, él.

Un gruñido escapa de mis labios. La magia pulsa bruscamente, elevándose en volutas negras alrededor de mis dedos.

— Bien.

Damon esquiva la primera ola de energía con una facilidad desconcertante. Lanzó un segundo ataque — un rayo de sombra cortando el aire. Damon lo intercepta con un movimiento de la mano, disipando la energía con un simple gesto.

— ¡Más fuerte!

Mi corazón late desbocado. La magia crece dentro de mí, violenta y ardiente. Un nuevo impulso explota en mi pecho. Extiendo las manos hacia Damon  una onda de energía oscura surge, crepitando violentamente en el aire.

Damon bloquea el ataque, pero el impacto lo empuja varios metros hacia atrás. Su espalda golpea la pared con un ruido sordo. Limpia la sangre de la comisura de sus labios, una sonrisa oscura en su rostro.

— No está mal, murmura.

Mi respiración es entrecortada, mi pecho subiendo y bajando violentamente.

— Otra vez.

Me lanzo hacia él, la magia brotando de mis manos. Damon esquiva, pero lo sigo, guiada por esa energía negra que pulsa en mí.

Nuestros cuerpos chocan. Damon me empuja contra la pared, sus manos rodeando mis muñecas. Su respiración es entrecortada, su mirada ardiendo con una llama peligrosa.

— Basta.

— No, murmuro.

Libero un nuevo impulso de magia. Damon gime, retrocediendo bajo la fuerza del impacto. Pero esta vez, no retrocede completamente. Me agarra por la cintura y me empuja contra la pared, su aliento rasposo contra mi garganta.

— ¿Crees que puedes controlarme? murmura. ¿Crees que puedes dominarme?

Mi corazón late desbocado.

— Intenta de nuevo, Alina.

Lo miro, la respiración entrecortada. La magia pulsa en mis venas, un fuego negro listo para estallar. Pero esta vez, la contengo. Controlando la tensión.

Paso una mano por el pecho de Damon, y la energía oscura serpentea a lo largo de mis dedos, envolviéndolo como una caricia.

Damon tiembla.

— Bien.

Suelta mi cintura, pero se queda cerca de mí, su frente apoyada contra la mía.

— Estás lista.

Mi aliento tiembla.

— ¿Para qué?

Una sonrisa oscura se dibuja en sus labios.

— Para enfrentar a Ezra.

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