Alina
La puerta se abre suavemente. Damon entra, una bandeja en las manos. Su mirada oscura se posa inmediatamente en mi muñeca, una sombra cruzando su expresión.
— Estás despierta, murmura mientras deja la bandeja en la mesita de noche.
Asiento con la cabeza, mi garganta seca. Se sienta al borde de la cama, su mano posándose suavemente sobre la mía.
— ¿Cómo te sientes?
Fijo la vista en los filamentos oscuros bajo mi piel, el corazón latiendo.
— Diferente.
Damon frunce el ceño. Rozando mi muñeca con la punta de los dedos, una onda de calor recorre mi piel, disipando ligeramente la oscuridad.
— Has cavado demasiado profundo, murmura. Ezra nunca debió empujarte tan lejos.
— Tenía que hacerlo, digo, mi voz temblando. No puedo quedarme débil, Damon. No ahora.
Su mirada se oscurece.
— ¿Realmente crees que esta magia te ayudará? No entiendes lo que realmente es.
Me incorporo, una ola de determinación envolviendo mi corazón.
— Entonces explícame.
Él permanece en silencio un momento, su mirada bajando hacia mi mano.
— Esta magia… Toma una respiración temblorosa. No fue creada para servirte. Fue creada para controlarte. Si la aceptas por completo, tomará el control sobre ti.
Frunzo el ceño.
— Ezra dijo que podía dominarla.
Damon ríe fríamente.
— Claro que dijo eso. Ezra ya ha sucumbido a esta magia. Está atado a ella. ¿Crees que te ayuda por bondad? No. Te está entrenando porque quiere que te conviertas en como él.
Un escalofrío recorre mi columna vertebral.
— Ezra no me manipula.
— ¿Estás segura? Damon se levanta, su figura tensa. ¿No sientes nada cuando está cerca de ti? ¿Esa conexión extraña entre ustedes?
Aprieto los labios. Sí, la siento. Esa atracción magnética, ese vínculo oscuro que pulsa en mi sangre cada vez que Ezra me mira. Pero no es el momento de admitir eso.
— No estoy bajo su influencia, insisto.
Damon se acerca a mí, su aliento caliente rozando mi mejilla.
— ¿Crees que puedes resistirle? ¿Crees que puedes resistir lo que él representa?
Levanto el mentón, desafiando su mirada.
— No tengo otra opción.
Damon pasa una mano por mi cabello, su pulgar dibujando lentamente la línea de mi mandíbula.
— Si realmente quieres dominar esta magia, entonces te ayudaré. Pero a mi manera. No de la manera de Ezra.
— ¿Qué quieres decir?
— Levántate.
Frunzo el ceño, pero obedezco. Mis piernas todavía tiemblan, pero Damon me agarra por la cintura para sostenerme. Me lleva al centro de la habitación y luego retrocede unos pasos.
— Atácame.
Mi corazón se detiene un latido.
— ¿Qué?
— Si quieres dominar esta magia, debes aprender a usarla en una situación real. Así que atácame.
— Damon…
— Ahora.
Cierro los puños. Una ola de calor oscuro pulsa en mis venas. La energía se agita, lista para estallar.
Extiendo la mano, pero una vacilación me paraliza. Damon me mira con intensidad.
— ¿Dudas? Ezra no dudará, él.
Un gruñido escapa de mis labios. La magia pulsa bruscamente, elevándose en volutas negras alrededor de mis dedos.
— Bien.
Damon esquiva la primera ola de energía con una facilidad desconcertante. Lanzó un segundo ataque — un rayo de sombra cortando el aire. Damon lo intercepta con un movimiento de la mano, disipando la energía con un simple gesto.
— ¡Más fuerte!
Mi corazón late desbocado. La magia crece dentro de mí, violenta y ardiente. Un nuevo impulso explota en mi pecho. Extiendo las manos hacia Damon una onda de energía oscura surge, crepitando violentamente en el aire.
Damon bloquea el ataque, pero el impacto lo empuja varios metros hacia atrás. Su espalda golpea la pared con un ruido sordo. Limpia la sangre de la comisura de sus labios, una sonrisa oscura en su rostro.
— No está mal, murmura.
Mi respiración es entrecortada, mi pecho subiendo y bajando violentamente.
— Otra vez.
Me lanzo hacia él, la magia brotando de mis manos. Damon esquiva, pero lo sigo, guiada por esa energía negra que pulsa en mí.
Nuestros cuerpos chocan. Damon me empuja contra la pared, sus manos rodeando mis muñecas. Su respiración es entrecortada, su mirada ardiendo con una llama peligrosa.
— Basta.
— No, murmuro.
Libero un nuevo impulso de magia. Damon gime, retrocediendo bajo la fuerza del impacto. Pero esta vez, no retrocede completamente. Me agarra por la cintura y me empuja contra la pared, su aliento rasposo contra mi garganta.
— ¿Crees que puedes controlarme? murmura. ¿Crees que puedes dominarme?
Mi corazón late desbocado.
— Intenta de nuevo, Alina.
Lo miro, la respiración entrecortada. La magia pulsa en mis venas, un fuego negro listo para estallar. Pero esta vez, la contengo. Controlando la tensión.
Paso una mano por el pecho de Damon, y la energía oscura serpentea a lo largo de mis dedos, envolviéndolo como una caricia.
Damon tiembla.
— Bien.
Suelta mi cintura, pero se queda cerca de mí, su frente apoyada contra la mía.
— Estás lista.
Mi aliento tiembla.
— ¿Para qué?
Una sonrisa oscura se dibuja en sus labios.
— Para enfrentar a Ezra.
Alina El silencio de la noche es pesado. Las tinieblas envuelven la habitación como un abrazo helado, pero el calor que aún late en mis venas me impide encontrar el sueño. Mi cuerpo está tenso, mis músculos adoloridos por el brutal entrenamiento con Damon. Cada latido de mi corazón resuena en mis sienes, un eco sordo de la magia que he utilizado. Me giro en la cama, las sábanas deslizándose sobre mi piel desnuda. Mi respiración es corta. Damon se ha ido después de nuestra sesión, dejándome sola con el peso de este nuevo poder que late en mí. Pero no es solo la magia lo que me atormenta. Es esa mirada que tuvo al desafiarme, esa sonrisa oscura cuando sintió que comenzaba a dominar esta energía. Una parte de mí disfrutó al verlo ceder ante la fuerza de mi magia. Una parte más oscura. Cierro los ojos, pero una sombra se insinúa en mi mente. Una presencia. — ¿No puedes dormir? Mi respiración se congela. Una voz grave, suave, que desliza a lo largo de mi columna vertebral como un
Alina A la mañana siguiente, la luz gris del alba se filtra a través de las pesadas cortinas de mi habitación. Mi cuerpo está adolorido, marcado por la intensidad de la magia que Ezra ha despertado en mí. Mis párpados son pesados, mi respiración entrecortada. Sin embargo, estoy extrañamente alerta, como si una nueva fuerza fluyera por mis venas. Todavía estoy en la cama, las sábanas arrugadas alrededor de mi cintura, cuando la puerta se abre lentamente. Ezra entra en silencio, vestido con un pantalón negro y una camisa medio desabotonada. Su mirada resplandeciente se posa inmediatamente en mí. Se detiene en la entrada de la habitación, su expresión indescifrable. — Estás despierta. Su voz es baja, áspera, vibrante de una autoridad natural que despierta un escalofrío a lo largo de mi columna vertebral. Aprieto la sábana contra mi pecho. — No he dormido mucho. Ezra avanza, el sonido de sus pasos resonando suavemente en el parquet. Se detiene al pie de la cama, y su mirada in
AlinaMe dejo llevar por la ira, por la frustración. Una ola de energía explota entre nosotros. Ezra es proyectado hacia atrás, pero aterriza suavemente sobre sus pies, una sonrisa carnívora en el rostro.— Eso es. Deja que la magia fluya dentro de ti.Me enderezo, jadeante.— Voy a lograrlo.— Lo sé.Se acerca, y sin previo aviso, agarra mi mentón entre sus dedos.— Y cuando lo logres... me pertenecerás.Su beso es brutal, posesivo. Cedo, dejando que la magia arda en mis venas. No es amor, es una obsesión oscura y devoradora. Y en este instante, me entrego a ella por completo.El Vacío es un lugar sin tiempo, sin verdadera luz, solo este cielo oscuro surcado de relámpagos rojos y esta tierra fría bajo mis pies. Aún siento la magia pulsar en mis venas, viva y ardiente, como una bestia salvaje esperando saltar.Ezra está a unos metros de mí, inmóvil, con la mirada fría e intensa. Su rostro es una escultura perfecta de control y dominación, pero veo la luz depredadora en sus ojos. Está
AlinaMe dejo llevar completamente por la sombra.Con el aliento entrecortado, el corazón latiendo violentamente en mi pecho, me quedo frente a Ezra, la mirada fija en la suya. La energía oscura pulsa aún en mis venas, viva y ardiente, pero mis músculos tiemblan bajo el esfuerzo.Ezra está de pie frente a mí, torso desnudo, las sombras deslizándose a lo largo de su piel como serpientes vivas. Una gota de sudor recorre su torso, desapareciendo bajo el cinturón de su pantalón negro. Sus ojos brillan con un resplandor rojo oscuro, el reflejo de la magia que acaba de liberar.— Otra vez.Aprieto los dientes.— Estoy al límite.Ezra avanza un paso lento, depredador. Su sonrisa ladeada revela un destello de dientes blancos. Es magnífico en su brutalidad. Peligroso. Tentador.— ¿Crees que tus enemigos te dejarán tiempo para descansar?Retrocedo un paso, pero Ezra ya está sobre mí. Su brazo se envuelve alrededor de mi cintura y me aplasta contra su torso duro. Siento el calor de su piel contr
AlinaEl silencio reina en la caverna, solo interrumpido por el martilleo regular de mi corazón contra mi pecho. El eco de la pelea con Ezra resuena aún en mis músculos adoloridos. La magia en mí palpita débilmente, como una brasa que se niega a apagarse.Permanezco sentada contra la pared fría, con la respiración entrecortada y las piernas temblorosas. La tensión en el aire es aún palpable, impregnada de esa energía oscura que Ezra ha despertado en mí. Mis palmas están marcadas por ligeras trazas oscuras, vestigios del poder que he liberado.Ezra me ha dejado aquí, después de empujarme al límite. Ha despertado algo en mí, algo que no puedo controlar, pero que ya no puedo ignorar.Cierro los ojos. La imagen de su mirada intensa, de su sonrisa oscura y de la presión de sus manos sobre mi piel aún me persigue. No es solo la pelea lo que me ha perturbado. Es la forma en que me mira. Como si ya me perteneciera.— ¿Vas a quedarte ahí toda la noche?La voz grave y rasposa de Ezra rompe el s
Alina . No hay odio. Más bien… un hambre. Un vacío extraño en mi pecho, una pulsación oscura en mis venas que solo espera ser alimentada.No puedo negarlo. Este poder dentro de mí… me llama. Reclama a Ezra.Cierro los ojos, la respiración entrecortada.— Pareces perturbada.Me sobresalto violentamente.Una silueta se recorta en la entrada de la caverna. Ojos dorados brillan en la sombra, una sonrisa perezosa dibujándose en labios carnosos.Damon.El lobo negro avanza lentamente, su cuerpo ágil y musculoso iluminado por el tenue brillo de la luna. Lleva una camisa oscura abierta en su pecho, dejando entrever cicatrices finas que recorren su piel. Su cabello negro cae en mechones desordenados alrededor de su rostro.Me incorporo de un movimiento brusco.— ¿Qué haces aquí?Damon se arrodilla frente a mí, su sonrisa depredadora sin desvanecerse. Extiende una mano hacia mi mejilla, y me tenso.— Te vi. Con Ezra.Empujo su mano violentamente.— ¿Y qué?Su sonrisa se ensancha.— Entonces,
AlinaSu voz es ronca, al borde del rugido. Retrocede ligeramente, y su mirada oscura se clava en la mía. Las luces rojas que bailan en sus iris aún no han desaparecido. La rabia que siente hacia Damon es palpable en el aire.— No tenía que tocarte.Levanto una mano hacia su rostro, mis dedos rozando su mandíbula tensa.— Lo sé.Cierra los ojos un segundo bajo mi toque, luego su mano desliza a lo largo de mi mejilla, acariciando mi piel con una suavidad que contrasta con la violencia que acaba de desatar.— No dejaré que nadie se acerque a ti así.— Ezra...Sé lo que siente. Esa posesividad brutal, esa necesidad de reclamarme como suya. Una parte de mí arde de deseo de ceder, de abandonarme completamente a él. Pero otra parte... la que Damon ha despertado, resiste.Me aparto ligeramente, con la respiración entrecortada.— No puedes poseerme, Ezra.Un destello peligroso atraviesa sus ojos. Avanza un paso, su cuerpo rozando el mío.— Ya eres mía, Alina. Lo sabes.— No.Aprieta la mandíb
Ezra La noche es pesada, cargada del olor de la sangre y del sudor. Corro por el bosque, mis sentidos alerta, rastreando la presencia de Damon. Su olor aún impregna el aire, una fragancia oscura y embriagadora mezclada con metal y rabia. Mis músculos arden con el esfuerzo, pero no tengo intención de reducir la velocidad. Se atrevió a tocarla. Se atrevió a provocarme ante mis ojos. La simple idea de sus manos rozando la piel de Alina despierta una rabia animal en mí. Me muevo en la sombra, mis pasos silenciosos sobre la alfombra de hojas muertas. El bosque está oscuro, solo perturbado por el susurro del viento entre los árboles y el grito lejano de un ave nocturna. Oigo el latido sordo de su corazón en algún lugar delante de mí. Damon está cerca. Un crujido de rama. Una respiración contenida. — ¿Vas a quedarte escondido mucho tiempo, Damon? Una risa sorda resuena en el silencio. Una silueta emerge lentamente de la oscuridad. Damon se apoya despreocupadamente contra un árbol