La noche es pesada, cargada del olor de la sangre y del sudor. Corro por el bosque, mis sentidos alerta, rastreando la presencia de Damon. Su olor aún impregna el aire, una fragancia oscura y embriagadora mezclada con metal y rabia.
Mis músculos arden con el esfuerzo, pero no tengo intención de reducir la velocidad. Se atrevió a tocarla. Se atrevió a provocarme ante mis ojos. La simple idea de sus manos rozando la piel de Alina despierta una rabia animal en mí.
Me muevo en la sombra, mis pasos silenciosos sobre la alfombra de hojas muertas. El bosque está oscuro, solo perturbado por el susurro del viento entre los árboles y el grito lejano de un ave nocturna. Oigo el latido sordo de su corazón en algún lugar delante de mí. Damon está cerca.
Un crujido de rama. Una respiración contenida.
— ¿Vas a quedarte escondido mucho tiempo, Damon?
Una risa sorda resuena en el silencio. Una silueta emerge lentamente de la oscuridad. Damon se apoya despreocupadamente contra un árbol, su sonrisa arrogante iluminada por la pálida luz de la luna.
— Sabía que vendrías.
— Por supuesto que vine. ¿Realmente creías que te dejaría salirte con la tuya después de haber puesto tus manos sobre ella?
Damon levanta una ceja, su sonrisa se ensancha.
— Oh, Ezra... Eres tan predecible. Siempre protegiendo lo que te pertenece. Pero Alina no es un objeto. No puedes poseerla.
Gruño, mis colmillos alargándose por efecto de la rabia.
— Ella me pertenece. Lo sabes.
— Si ese fuera el caso, no habría temblado bajo mi toque.
Mi corazón explota en mi pecho. Me lanzo sobre él antes de que tenga tiempo de moverse. Nuestros cuerpos chocan con una fuerza brutal. Damon rueda por el suelo, pero se reincorpora de inmediato, con la sonrisa aún en sus labios.
— Ahí está el verdadero Ezra... Ese que escondes bajo tus bonitos discursos de protector. No eres más que un animal.
Golpeo. Mi puño cae sobre su rostro con una violencia que hace crujir sus huesos. Damon tambalea, pero ríe, la sangre corriendo por su mejilla.
— Otra vez.
Gruño, mis garras alargándose mientras mi visión se tiñe de rojo. Lo golpeo nuevamente, aplastándolo contra un árbol. Damon tose, pero su sonrisa no se debilita.
— ¿Sientes eso? murmura. Esa rabia... Esa necesidad de sangre? ¿Realmente crees que eres diferente de mí?
Mis garras se hunden en la carne de su cuello.
— No soy como tú.
— Oh, pero sí. Es lo que a ella le gusta de ti. Esa oscuridad. Ese fuego que arde en ti...
Apreto más fuerte.
— Cállate.
Damon ríe débilmente, su sangre fluyendo entre mis dedos.
— Si la pierdes... te convertirás en mí.
Suelto bruscamente mi agarre y lo lanzo al suelo. Damon rueda sobre su espalda, jadeando, pero su sonrisa no ha desaparecido.
— Alina no puede pertenecer a nadie. Pero puede ser despertada. También lo sientes, ¿verdad? Ese fuego en ella? No fuiste tú quien lo despertó. Fui yo.
Retrocedo un paso, mis puños temblando. Damon se levanta lentamente, su sonrisa carnívora iluminada por la luna.
— ¿Crees que voy a dejarla contigo? gruño.
— Creo que ella tomará su propia decisión.
Desaparece en la sombra antes de que pueda moverme. Me quedo paralizado, mi aliento entrecortado.
Alina...
Regreso a la cueva, el corazón en llamas. La encuentro sentada cerca del fuego, las piernas recogidas contra su pecho. Sus ojos se abren lentamente cuando entro.
— Ezra...
Me arrodillo frente a ella, mis manos posándose sobre sus rodillas.
— ¿Estás bien?
Asiente suavemente con la cabeza, pero su mirada está turbada. Siento su vacilación, esa lucha interna que libra.
— Él me tocó.
Una chispa de rabia atraviesa mi sangre.
— Lo sé.
Ella coloca su mano sobre mi mejilla, su piel helada contra mi calor.
— No puedes protegerme de él.
La agarro por la nuca, mi frente tocando la suya.
— Sí. Puedo. Y lo haré.
Ella cierra los ojos, su respiración acelerándose.
— Siento algo dentro de mí, Ezra. Algo oscuro. Peligroso.
Apreto mi agarre en su nuca.
— Lo sé. Pero estoy aquí. Te sostendré.
— ¿Y si no quiero ser sostenida?
Retrocedo ligeramente, mi mirada penetrando en la suya.
— No le perteneces a Damon, Alina. Ese fuego en ti... no viene de él. Es tuyo.
— ¿Y de ti?
Asiento lentamente.
— Si me lo das, sí.
Ella me mira un momento, luego se inclina lentamente hacia mí. Sus labios rozan los míos, una caricia ligera que me hace estremecer.
— Entonces tómalo.
La beso con una intensidad brutal. Su aliento se mezcla con el mío, nuestros cuerpos abrazándose en una fiebre ardiente. Su mano se desliza en mi cabello, y la levanto sin esfuerzo, apretándola contra mí como si pudiera grabarla en mi carne.
Sus piernas se enredan alrededor de mi cintura mientras la aplasto contra la pared de la cueva. Nuestras bocas se devoran con una hambre voraz, nuestros alientos cortos, jadeantes.
— Ezra...
Mi nombre resuena como una oración entre sus labios. Me contengo de marcarla, de reclamarla por completo.
— Alina...
— Hazlo.
Me aparto, mi frente pegada a la suya, mi respiración entrecortada.
— Aún no.
Ella me mira, sorprendida.
— ¿Por qué?
— Porque cuando lo haga... será para siempre.
Me mira por un largo momento, luego asiente lentamente.
— Entonces hazme esperar.
La beso una última vez antes de soltarla lentamente. Ella cae de nuevo al suelo, su mirada brillante con una mezcla de confusión y deseo.
Me enderezo, la mirada oscura.
— Voy a rastrearlo. Y esta vez, pondré fin a esto.
Ella no dice nada. Pero su mirada me sigue mientras desaparezco en la sombra.
AlinaEl silencio de la caverna es opresivo. El fuego crepita suavemente, proyectando sombras titilantes en las paredes de piedra. Estoy sola, con los brazos enrollados alrededor de mis rodillas, el corazón latiendo a un ritmo irregular.Ezra se ha ido. Lo vi desaparecer en el bosque, su mirada oscura y decidida grabada en mi memoria. Va a rastrearlo. Va a enfrentarse a Damon. Pero esta vez, siento que algo ha cambiado. La ira de Ezra es diferente —más salvaje, más cruda.Me estremezco al pasar una mano por mi cabello empapado de sudor. Las palabras de Damon resuenan aún en mi mente: "Este fuego en ti… no proviene de él. Es tuyo."¿Qué significa eso?Cierro los ojos, tratando de calmar el tormento que agita mis pensamientos. Desde que Damon me tocó, he sentido que algo se despierta en mí. Un calor oscuro, hipnótico, que no me pertenece del todo… o quizás sí.Un susurro en la entrada de la caverna me hace saltar. Me levanto bruscamente, con la respiración entrecortada. Una figura apare
AlinaPermanezco de rodillas, con la respiración entrecortada. Damon se arrodilla frente a mí, sus manos tomando mi rostro entre sus palmas.— Alina… mírame.Levanto lentamente la vista.— ¿Qué me está pasando?— Lo descubriré. Te lo prometo.Me besa suavemente en la frente, su aliento cálido contra mi piel.— Te protegeré, Alina. No importa el precio.Me dejo ir contra él, mis fuerzas abandonándome lentamente. Damon me levanta en sus brazos y me atrae hacia él, su corazón latiendo fuerte bajo mi mejilla.— Estoy aquí, murmura. No te dejaré hundirte.DamonCon la respiración entrecortada, contemplo la frágil silueta de Alina, acurrucada contra mi pecho. Su rostro es pálido, sus ojos entrecerrados, y siento su aliento errático contra mi piel. La luz temblorosa del fuego revela el sudor perlado en su frente y el temblor de sus manos.Paso una mano por su cabello, abrazándola más fuerte contra mí. Mi corazón late violentamente en mi pecho, incapaz de calmarse después de lo que acaba de s
DamonMe falta el aliento mientras abrazo a Alina. Su cuerpo está frío, demasiado frío.Su respiración es débil, entrecortada. Sus labios están azulados. La llevo hasta la cama rudimentaria en la cabaña abandonada, mis músculos temblando por el esfuerzo. Sus ojos están entrecerrados, pero siento su mirada seguirme.— Alina, quédate conmigo, ¿de acuerdo? —murmuro mientras paso una mano temblorosa por su cabello húmedo.No responde. Un escalofrío la recorre, y su cuerpo se arquea levemente, como si una fuerza invisible intentara romperla desde adentro.Me inclino sobre ella, mi corazón latiendo furiosamente contra mi pecho.— ¡Alina! ¡Alina, abre los ojos!Sus párpados parpadean lentamente. Luego sus ojos se abren —pero ya no son los mismos. Las iris son negras como una noche sin luna, atravesadas por un destello metálico plateado.— Damon…Su voz es débil, quebrada. Extiendo una mano hacia su rostro, pero una onda helada recorre mi cuerpo tan pronto como mi piel roza la suya.— ¿Qué… q
Damon El silencio de la noche pesa como un sudario. Alina está en mis brazos, su respiración errática contra mi pecho. Cada inspiración es dolorosa, cada latido de su corazón resuena como una campana en mi cabeza. La deposito suavemente sobre la cama improvisada en la cabaña, mis dedos rozando la curva frágil de su rostro. Su tez es lívida, sombras violáceas marcan la piel bajo sus ojos. — Alina… quédate conmigo. Sus párpados parpadean débilmente. Una lágrima resbala por su mejilla. Ella murmura algo inaudible, su voz apagada por el cansancio y el dolor. Me inclino, mi frente tocando la suya. — ¿Qué dijiste? — Lo siento… Sus labios tiemblan. Paso una mano por su cabello, el corazón al borde de la explosión. — No es tu culpa. No tienes la culpa de nada. — Sí… Su aliento es entrecortado. Está dentro de mí ahora. Cierro los ojos. Ezra. Ese bastardo. Se ha insinuado en ella, como una sombra venenosa que la roe desde adentro. Si no hago nada, la poseerá por completo.
DamonLa mañana es oscura, el cielo cargado de nubes gruesas. El aire es pesado, saturado con la tensión de la noche anterior. La cabaña está sumida en un silencio opresivo, solo perturbado por la respiración corta de Alina contra mi pecho.Ella duerme, pero su rostro está tenso, como si su mente aún estuviera encadenada a lo que Ezra le hizo. Mi brazo está alrededor de su cintura, mis dedos acariciando inconscientemente la curva de su espalda. Su piel está fría, demasiado fría.Cierro los ojos, mi mandíbula se tensa bajo la rabia impotente que me consume. Ezra. Ese bastardo se atrevió a marcarla, a atarla a él. Y ahora, ni siquiera puedo matarlo sin arriesgarme a perderla también a ella.— ¿Estás despierto?La voz de Alina es débil, apenas un susurro. Bajo la mirada y encuentro su mirada. Sus pupilas están dilatadas, una luz oscura en el fondo de sus iris dorados.— Sí, murmuro acariciando su cabello. ¿Cómo te sientes?Ella esboza una débil sonrisa.— Como si una sombra me rozara baj
AlinaEl frío me atraviesa hasta los huesos. Mis párpados son pesados, pero el sonido ronco de la respiración de Damon me saca de las profundidades del vacío. Abro los ojos con dificultad, la luz pálida de la luna reflejándose a través de las grietas del techo de la cabaña. Mi cuerpo está entumecido, como si algo se hubiera roto dentro de mí.Una mano caliente envuelve la mía, y siento la presión de sus dedos. Damon está sentado a mi lado, su rostro tenso, marcado por la preocupación. Sus ojos ámbar, casi dorados bajo la luz lunar, están velados por una sombra que nunca había visto.— Alina...Su voz es áspera, rota. Roza mi mejilla con la yema de los dedos, y una calidez familiar se propaga bajo mi piel.— Damon... murmuro.Cierra los ojos, y un escalofrío recorre su cuerpo. Sus labios tiemblan. Me mira como si estuviera a punto de desaparecer.— ¿Estás bien? pregunta con voz tensa.Asiento lentamente con la cabeza.— ¿Se ha ido?Damon aparta la mirada. Su mandíbula se contrae.— Por
Capítulo 1 – La PresaAlinaEl bosque parece querer tragarme por completo. Cada paso es una agonía; mis pies desnudos se cortan en las piedras, mis piernas golpeadas ceden bajo la fatiga. El aire helado se infiltra bajo mi vestido desgarrado, mordiendo mi piel en llamas. No soy más que un animal acorralado, jadeante, desesperado.Corro hacia una frontera invisible, una última esperanza ilusoria. El viento azota mis mejillas empapadas de lágrimas y sudor. Cada respiración es un gemido. Mis fuerzas me abandonan, una a una.Detrás de mí, se acercan. Sombras. Lobos. Mi propia manada, convertida en manada de caza.A sus ojos, no soy más que una ofrenda sacrificial. Un trozo de carne débil, abandonado a la crueldad de aquel a quien todos temen.Damon.Su nombre resuena en mi cabeza como un látigo.Un alfa implacable, más bestia que lobo, que ha forjado un imperio en el miedo y la sangre. Se dice que se alimenta de la debilidad, que la devora y escupe lo que no es digno de él. Y ahora, soy y
AlinaEl barro se adhiere a mi piel, helado, mientras Damon me observa, de pie, impasible, como si decidiera si me va a matar o a mantener.Cada latido de mi corazón es una súplica silenciosa. Mi respiración es entrecortada, mis miembros tiemblan, todo en mí grita debilidad.Y él, se regodea en eso.— Levántate, ordena de nuevo, su voz áspera desgarrando la noche como un látigo.Intento ponerme de pie. Mis brazos flaquean. Mis rodillas se hunden en la tierra empapada. Soy ridícula. Miserable. Y sé que es lo que quiere. Que quiere verme luchar en vano contra mi propia impotencia.Un gruñido frustrado ruge en su pecho. En dos zancadas, está sobre mí, asiéndome sin piedad del cabello, arrancándome un grito ahogado.Tira, forzando mi rostro hacia el suyo, tan cerca que puedo ver la chispa de desprecio danzar en sus ojos de fiera.— Ni siquiera tienes la dignidad de mantenerte erguida, susurra en mi oído. No eres nada. Menos que una loba. Menos que una perra.Sus palabras me desgarran por