Ezra
La noche es pesada, cargada del olor de la sangre y del sudor. Corro por el bosque, mis sentidos alerta, rastreando la presencia de Damon. Su olor aún impregna el aire, una fragancia oscura y embriagadora mezclada con metal y rabia.
Mis músculos arden con el esfuerzo, pero no tengo intención de reducir la velocidad. Se atrevió a tocarla. Se atrevió a provocarme ante mis ojos. La simple idea de sus manos rozando la piel de Alina despierta una rabia animal en mí.
Me muevo en la sombra, mis pasos silenciosos sobre la alfombra de hojas muertas. El bosque está oscuro, solo perturbado por el susurro del viento entre los árboles y el grito lejano de un ave nocturna. Oigo el latido sordo de su corazón en algún lugar delante de mí. Damon está cerca.
Un crujido de rama. Una respiración contenida.
— ¿Vas a quedarte escondido mucho tiempo, Damon?
Una risa sorda resuena en el silencio. Una silueta emerge lentamente de la oscuridad. Damon se apoya despreocupadamente contra un árbol