Alina
El silencio de la caverna es opresivo. El fuego crepita suavemente, proyectando sombras titilantes en las paredes de piedra. Estoy sola, con los brazos enrollados alrededor de mis rodillas, el corazón latiendo a un ritmo irregular.
Ezra se ha ido. Lo vi desaparecer en el bosque, su mirada oscura y decidida grabada en mi memoria. Va a rastrearlo. Va a enfrentarse a Damon. Pero esta vez, siento que algo ha cambiado. La ira de Ezra es diferente —más salvaje, más cruda.
Me estremezco al pasar una mano por mi cabello empapado de sudor. Las palabras de Damon resuenan aún en mi mente: "Este fuego en ti… no proviene de él. Es tuyo."
¿Qué significa eso?
Cierro los ojos, tratando de calmar el tormento que agita mis pensamientos. Desde que Damon me tocó, he sentido que algo se despierta en mí. Un calor oscuro, hipnótico, que no me pertenece del todo… o quizás sí.
Un susurro en la entrada de la caverna me hace saltar. Me levanto bruscamente, con la respiración entrecortada. Una figura apare