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Capítulo 36 – La sombra en la luz  

Alina

El silencio reina en la caverna, solo interrumpido por el martilleo regular de mi corazón contra mi pecho. El eco de la pelea con Ezra resuena aún en mis músculos adoloridos. La magia en mí palpita débilmente, como una brasa que se niega a apagarse.

Permanezco sentada contra la pared fría, con la respiración entrecortada y las piernas temblorosas. La tensión en el aire es aún palpable, impregnada de esa energía oscura que Ezra ha despertado en mí. Mis palmas están marcadas por ligeras trazas oscuras, vestigios del poder que he liberado.

Ezra me ha dejado aquí, después de empujarme al límite. Ha despertado algo en mí, algo que no puedo controlar, pero que ya no puedo ignorar.

Cierro los ojos. La imagen de su mirada intensa, de su sonrisa oscura y de la presión de sus manos sobre mi piel aún me persigue. No es solo la pelea lo que me ha perturbado. Es la forma en que me mira. Como si ya me perteneciera.

— ¿Vas a quedarte ahí toda la noche?

La voz grave y rasposa de Ezra rompe el silencio.

Abro los ojos y lo veo apoyado en la entrada de la caverna, con los brazos cruzados, la sombra de la luna dibujando el contorno perfecto de su cuerpo. Con el torso desnudo, una cortada fina atraviesa su flanco izquierdo, pero no parece preocuparse por ello.

— Estoy recuperando el aliento, digo con tono seco.

Ezra avanza lentamente, el sonido de sus pasos resonando contra la piedra cruda. Sus ojos brillan con un destello rojo en la penumbra.

— Has hecho bien, Alina. Pero esto es solo el comienzo.

Me incorporo, el cuerpo aún entumecido.

— Este poder… es incontrolable.

Ezra sacude la cabeza. Se acerca hasta que su cuerpo roza el mío, su calor irradiando en el aire fresco de la caverna.

— Este poder eres tú. Solo depende de ti dominarlo.

Lo miro fijamente, con la garganta apretada. Su mano se levanta y se posa suavemente sobre mi mejilla. Su pulgar roza mi pómulo, trazando una línea de fuego bajo mi piel.

— No quiero convertirme en como tú, susurro.

Ezra sonríe, una sonrisa lenta y peligrosa.

— Oh, pero ya eres como yo. Lo sientes, ¿verdad? Ese escalofrío en tu sangre cuando liberas tu magia. Esa oscuridad que palpita en tus venas.

Me estremezco bajo el contacto de su mano.

— Eres peligrosa, Alina. Como yo. Simplemente aún no has aceptado esta verdad.

— No…

Se inclina, su aliento caliente rozando mis labios.

— Sí.

Siento su olor oscuro y embriagador envolviéndome. Su cuerpo está tan cerca del mío que siento la tensión de sus músculos bajo su piel. Es una amenaza constante, una tentación insoportable.

Cierro los ojos, incapaz de resistir esta atracción que me atrae hacia él.

— ¿Sientes eso? murmura.

Su mano desliza de mi mejilla a mi nuca, y una ola de calor explota en mi vientre. Mi respiración se acelera.

— Ezra…

Su mano se aprieta ligeramente alrededor de mi garganta, sin brutalidad, pero con una autoridad indiscutible. Mi corazón se acelera.

— Déjate llevar, susurra. Libérate.

Siento la magia despertarse en mí, incontrolable, ardiente. Una ola oscura palpita en mi cuerpo. Mi mente grita que debo alejarme, pero mi cuerpo se tensa hacia él.

Ezra baja la cabeza, su frente tocando la mía. Su mano desliza a lo largo de mi columna vertebral.

— Déjame ayudarte.

— No…

Abro los ojos.

La luz de la luna atraviesa la caverna, proyectando un halo plateado a nuestro alrededor. Las pupilas de Ezra brillan con un destello rojo ardiente.

Siento una descarga eléctrica cuando su mano se desliza debajo de mi camisa, rozando mi piel desnuda. Una ola de magia oscura explota dentro de mí.

— ¡Ezra!

Él me empuja violentamente contra la pared. Mi espalda golpea la piedra con un ruido sordo. Ezra está sobre mí en un instante, sus manos atrapando mis muñecas a cada lado de mi cabeza.

— Deja de resistirte.

— ¿Quieres poseerme? escupo.

Ezra sonríe.

— No. Quiero que finalmente te pertenezcas.

Libera mis muñecas, pero su mirada sigue fijada en la mía.

Siento la magia agitarse dentro de mí, vibrante, amenazante. Una parte de mí quiere dejarse llevar. Pero otra aún resiste.

Ezra se aleja unos pasos, su mirada oscura fija en mí.

— Cuando estés lista para dejar de luchar contra ti misma… entonces entenderás.

Desaparece en la sombra de la caverna, dejándome sin aliento, temblando, con el cuerpo en llamas.

Me deslizo por la pared, con la frente apoyada en mis rodillas.

Este poder en mí… este deseo por Ezra…

Están ligados. Y estoy a punto de hundirme en ambos.

El viento sopla fuerte afuera de la caverna, levantando ráfagas de hojas muertas y tierra fría.  

Sentada en el suelo, con la espalda contra la pared rocosa, siento el frío penetrar en mi piel a través de mis ropas rasgadas.  

Mi corazón aún golpea en mi pecho, eco doloroso del poder que Ezra ha despertado en mí.

Él se ha ido desde hace una hora, quizás dos. Pero su olor aún impregna el aire, mezcla de sangre y ceniza, de esa esencia oscura que le pertenece.

Mi cuerpo tiembla al recordar. No hay miedo.

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