Alina
Permanezco de rodillas, con la respiración entrecortada. Damon se arrodilla frente a mí, sus manos tomando mi rostro entre sus palmas.
— Alina… mírame.
Levanto lentamente la vista.
— ¿Qué me está pasando?
— Lo descubriré. Te lo prometo.
Me besa suavemente en la frente, su aliento cálido contra mi piel.
— Te protegeré, Alina. No importa el precio.
Me dejo ir contra él, mis fuerzas abandonándome lentamente. Damon me levanta en sus brazos y me atrae hacia él, su corazón latiendo fuerte bajo mi mejilla.
— Estoy aquí, murmura. No te dejaré hundirte.
Damon
Con la respiración entrecortada, contemplo la frágil silueta de Alina, acurrucada contra mi pecho. Su rostro es pálido, sus ojos entrecerrados, y siento su aliento errático contra mi piel. La luz temblorosa del fuego revela el sudor perlado en su frente y el temblor de sus manos.
Paso una mano por su cabello, abrazándola más fuerte contra mí. Mi corazón late violentamente en mi pecho, incapaz de calmarse después de lo que acaba de suceder. No es solo la confrontación con Ezra lo que me ha perturbado. Es lo que vi en los ojos de Alina. Ese destello oscuro, ardiente, ese poder oscuro que nunca debió estar ahí.
Ezra lo sabía. Sabía que ella era diferente.
— Alina… murmuro contra su cabello.
Ella tiembla, pero no responde. Sus párpados parpadean lentamente, como si luchara contra el sueño o… algo más.
Siento la sangre de Ezra en mis manos, el gusto metálico aún presente en mi boca. Podría haberlo matado. Debería haberlo matado. Pero desapareció antes de que pudiera asestar el golpe mortal. Esa sonrisa en su rostro… Sabía que había ganado algo esa noche.
— Damon…
Su voz es débil. La siento moverse ligeramente en mis brazos. La coloco delicadamente en el suelo de la caverna, arrodillándome cerca de ella. Su rostro está tenso, su respiración entrecortada.
— Estoy aquí, murmuro.
Ella abre los ojos con dificultad. Sus pupilas son de un negro profundo, demasiado oscuro. Frunzo el ceño, colocando una mano en su fría mejilla.
— ¿Qué está pasando? pregunto suavemente.
Ella sacude débilmente la cabeza.
— Yo… No lo sé. Él… despertó algo.
— ¿Qué?
Su mirada se nubló de angustia.
— Algo dentro de mí… oscuro…
Una ola helada me recorre la espalda.
— No es posible.
Ella cierra los ojos, y su cuerpo comienza a temblar. Veo una sombra ondular bajo su piel, una luz oscura recorrer sus venas.
— ¡Alina!
Sus ojos se abren bruscamente. Iris negros, brillantes, atravesados por destellos plateados. Una extraña calidez emana de ella.
— Yo… No puedo… controlar…
La tomo por los hombros, pero una onda de choque explota a su alrededor. Mi cuerpo es proyectado hacia atrás, golpeando violentamente la pared de la caverna.
— Maldita sea…
Me levanto con una mueca. Alina sigue en el suelo, pero un aura oscura flota a su alrededor.
Y en el centro de esa oscuridad, Ezra reaparece.
— Ella es hermosa, ¿verdad?
— Tú… gruño.
Ezra se arrodilla a su lado, su mano rozando su mejilla. Alina no reacciona, su mirada vacía fija en el techo de la caverna.
— Te lo advertí, Damon. Ella es mía.
Me levanto lentamente, mis músculos tensos por la rabia.
— Retrocede.
— ¿O qué?
Salto hacia él, pero una onda de oscuridad surge de Alina, clavándome al suelo. Ezra ríe suavemente.
— No estás a la altura de ella, Damon. Nunca lo has estado.
— Hijo de…
— Mírala.
Giro la cabeza hacia Alina. Su cuerpo tiembla bajo la presión de esta energía oscura. Su rostro está retorcido por el dolor.
— Ella no puede controlarlo, continúa Ezra. Pero yo puedo ayudarla.
Muerdo mi labio.
— Nunca tendrás ese poder sobre ella.
— ¿Ah, sí?
Ezra se inclina y posa sus labios contra la frente de Alina. Ella tiembla violentamente, un grito ahogado escapando de su garganta.
— ¡Detente! grito.
Ezra ríe al levantarse.
— Eres patético, Damon. Siempre creyendo que puedes salvarla. Pero ella ya está perdida.
Desaparece en una bruma de sombra, dejándome solo con Alina.
Me arrastro hacia ella, tomando su rostro entre mis manos.
— ¡Alina! ¡Alina, quédate conmigo!
Ella abre los ojos, pero su mirada sigue nublada de sombra.
— Damon…
— Estoy aquí. Te sacaré de aquí.
Ella sacude débilmente la cabeza.
— No sé si es posible.
Apreto su mano con la mía.
— Encontraré una solución. Te lo juro.
Ella tiembla contra mí, y la abrazo más fuerte, posando mis labios contra su frente.
— No te dejaré caer. Nunca.
Pero en el fondo de mí, siento que la batalla apenas comienza. Ezra ha despertado algo en ella… algo que no estoy seguro de poder detener.
La noche es pesada. El cielo es negro, saturado de nubes gruesas que ocultan las estrellas. Una fina bruma cae a nuestro alrededor, haciendo que el aire sea húmedo y helado.
DamonMe falta el aliento mientras abrazo a Alina. Su cuerpo está frío, demasiado frío.Su respiración es débil, entrecortada. Sus labios están azulados. La llevo hasta la cama rudimentaria en la cabaña abandonada, mis músculos temblando por el esfuerzo. Sus ojos están entrecerrados, pero siento su mirada seguirme.— Alina, quédate conmigo, ¿de acuerdo? —murmuro mientras paso una mano temblorosa por su cabello húmedo.No responde. Un escalofrío la recorre, y su cuerpo se arquea levemente, como si una fuerza invisible intentara romperla desde adentro.Me inclino sobre ella, mi corazón latiendo furiosamente contra mi pecho.— ¡Alina! ¡Alina, abre los ojos!Sus párpados parpadean lentamente. Luego sus ojos se abren —pero ya no son los mismos. Las iris son negras como una noche sin luna, atravesadas por un destello metálico plateado.— Damon…Su voz es débil, quebrada. Extiendo una mano hacia su rostro, pero una onda helada recorre mi cuerpo tan pronto como mi piel roza la suya.— ¿Qué… q
Damon El silencio de la noche pesa como un sudario. Alina está en mis brazos, su respiración errática contra mi pecho. Cada inspiración es dolorosa, cada latido de su corazón resuena como una campana en mi cabeza. La deposito suavemente sobre la cama improvisada en la cabaña, mis dedos rozando la curva frágil de su rostro. Su tez es lívida, sombras violáceas marcan la piel bajo sus ojos. — Alina… quédate conmigo. Sus párpados parpadean débilmente. Una lágrima resbala por su mejilla. Ella murmura algo inaudible, su voz apagada por el cansancio y el dolor. Me inclino, mi frente tocando la suya. — ¿Qué dijiste? — Lo siento… Sus labios tiemblan. Paso una mano por su cabello, el corazón al borde de la explosión. — No es tu culpa. No tienes la culpa de nada. — Sí… Su aliento es entrecortado. Está dentro de mí ahora. Cierro los ojos. Ezra. Ese bastardo. Se ha insinuado en ella, como una sombra venenosa que la roe desde adentro. Si no hago nada, la poseerá por completo.
DamonLa mañana es oscura, el cielo cargado de nubes gruesas. El aire es pesado, saturado con la tensión de la noche anterior. La cabaña está sumida en un silencio opresivo, solo perturbado por la respiración corta de Alina contra mi pecho.Ella duerme, pero su rostro está tenso, como si su mente aún estuviera encadenada a lo que Ezra le hizo. Mi brazo está alrededor de su cintura, mis dedos acariciando inconscientemente la curva de su espalda. Su piel está fría, demasiado fría.Cierro los ojos, mi mandíbula se tensa bajo la rabia impotente que me consume. Ezra. Ese bastardo se atrevió a marcarla, a atarla a él. Y ahora, ni siquiera puedo matarlo sin arriesgarme a perderla también a ella.— ¿Estás despierto?La voz de Alina es débil, apenas un susurro. Bajo la mirada y encuentro su mirada. Sus pupilas están dilatadas, una luz oscura en el fondo de sus iris dorados.— Sí, murmuro acariciando su cabello. ¿Cómo te sientes?Ella esboza una débil sonrisa.— Como si una sombra me rozara baj
AlinaEl frío me atraviesa hasta los huesos. Mis párpados son pesados, pero el sonido ronco de la respiración de Damon me saca de las profundidades del vacío. Abro los ojos con dificultad, la luz pálida de la luna reflejándose a través de las grietas del techo de la cabaña. Mi cuerpo está entumecido, como si algo se hubiera roto dentro de mí.Una mano caliente envuelve la mía, y siento la presión de sus dedos. Damon está sentado a mi lado, su rostro tenso, marcado por la preocupación. Sus ojos ámbar, casi dorados bajo la luz lunar, están velados por una sombra que nunca había visto.— Alina...Su voz es áspera, rota. Roza mi mejilla con la yema de los dedos, y una calidez familiar se propaga bajo mi piel.— Damon... murmuro.Cierra los ojos, y un escalofrío recorre su cuerpo. Sus labios tiemblan. Me mira como si estuviera a punto de desaparecer.— ¿Estás bien? pregunta con voz tensa.Asiento lentamente con la cabeza.— ¿Se ha ido?Damon aparta la mirada. Su mandíbula se contrae.— Por
AlinaMe despierto de un salto, con la respiración entrecortada. La habitación está sumida en una oscuridad espesa, solo atravesada por la tenue luz de la luna que entra por la ventana. Damon está acostado a mi lado, su brazo alrededor de mi cintura, su aliento regular acariciando mi nuca.Mi corazón late con fuerza. Mis manos tiemblan bajo la manta. Cierro los ojos, pero la imagen de la mirada de Ezra está grabada detrás de mis párpados. Ese brillo rojo, esa sonrisa fría… y esa sensación, como si algo en mí hubiera respondido a él.Inhalo profundamente. Damon se mueve ligeramente, su abrazo apretándose alrededor de mi cintura. Me doy la vuelta hacia él. Incluso dormido, irradia una poderosa tranquilidad. Su mano reposa sobre mi abdomen, sus dedos acariciando mecánicamente mi piel desnuda.Casi lo mata esta noche. Casi pierde el control.Pero Ezra… se ha desvanecido como una sombra. No ha sido vencido. Espera, en alguna parte, listo para volver.Deslizo mis dedos entre los oscuros mec
Ezra La oscuridad me rodea como una segunda piel. La luna está alta en el cielo, proyectando una luz pálida sobre el denso bosque. Las sombras bailan entre los árboles, ecos silenciosos de mi poder. Sigo sintiendo su presencia. Alina. Mi vínculo con ella se ha fortalecido tras nuestro último encuentro. Sentí su miedo, su vacilación... pero sobre todo, esa respuesta instintiva. Una parte de ella reconoce este vínculo. Una parte de ella responde. Permanezco inmóvil en medio del claro, mis sentidos alerta. Mi corazón late lentamente, cada latido vibrando en mis venas como una promesa de dominación. Cierro los ojos. Ella está ahí. La siento. Su aliento. Su calor. La dulce melodía de su corazón. Una sonrisa roza mis labios. — Alina… Un crujido en la maleza atrae mi atención. Abro los ojos. Una silueta emerge de las tinieblas. — Ezra. Me incorporo lentamente, mi figura recortándose en la pálida luz lunar. — Damon. Su nombre resbala entre mis labios como una caricia
Ezra La noche me envuelve, fría y silenciosa. El rugido del viento entre los árboles acompaña el ritmo sordo de mi corazón. Estoy sentado sobre una roca, con los codos apoyados en mis rodillas, los ojos levantados hacia la luna. El sabor de la sangre de Damon aún está en mis labios. Sonrío lentamente. Él cree que puede protegerla. Que puede interponerse entre ella y yo. Patético. Cierro los ojos, dejando que el vínculo se abra. Una calidez suave me invade de inmediato. Su aliento. Su corazón. Su alma. Alina. La siento. Cada estremecimiento de su piel. Cada latido de su corazón, vibrando a través de este vínculo indeleble que ahora compartimos. Puede negarlo tanto como quiera. Pero este vínculo es real. Un crujido en el sotobosque me saca de mis pensamientos. — ¿Vas a quedarte en la sombra mucho tiempo más? Una silueta emerge de la oscuridad. Una mujer esbelta, con el cabello negro como la noche, vestida con un vestido oscuro que ondea a su alrededor como una br
Capítulo 1 – La PresaAlinaEl bosque parece querer tragarme por completo. Cada paso es una agonía; mis pies desnudos se cortan en las piedras, mis piernas golpeadas ceden bajo la fatiga. El aire helado se infiltra bajo mi vestido desgarrado, mordiendo mi piel en llamas. No soy más que un animal acorralado, jadeante, desesperado.Corro hacia una frontera invisible, una última esperanza ilusoria. El viento azota mis mejillas empapadas de lágrimas y sudor. Cada respiración es un gemido. Mis fuerzas me abandonan, una a una.Detrás de mí, se acercan. Sombras. Lobos. Mi propia manada, convertida en manada de caza.A sus ojos, no soy más que una ofrenda sacrificial. Un trozo de carne débil, abandonado a la crueldad de aquel a quien todos temen.Damon.Su nombre resuena en mi cabeza como un látigo.Un alfa implacable, más bestia que lobo, que ha forjado un imperio en el miedo y la sangre. Se dice que se alimenta de la debilidad, que la devora y escupe lo que no es digno de él. Y ahora, soy y