Ezra me entrena a través de los oscuros pasillos del viejo mansión. Las antorchas colgadas en las paredes proyectan una luz temblorosa sobre las frías piedras. Damon nos sigue a distancia, su respiración entrecortada. Aún está débil, pero se niega a dejarme sola con Ezra.
— ¿A dónde me llevas? —pregunto, con el corazón latiendo fuerte.
— A donde todo va a comenzar —responde Ezra en un tono frío.
Se detiene frente a una pesada puerta de hierro marcada con símbolos antiguos. Pasa sus dedos sobre las inscripciones, y la puerta se abre con un chirrido metálico.
Penetro en una vasta sala subterránea. Las paredes están cubiertas de antiguas runas, brillantes con una tenue luz azulada. El suelo está cubierto de patrones complejos que forman un círculo en el centro de la habitación. El aire está cargado de energía oscura, una fuerza brutal que me aprieta el pecho.
Ezra se vuelve hacia mí, su mirada oscura brillando con una intensidad fría.
— Aquí es donde vas a aprender a dominar tu magia.
Trago con dificultad.
— ¿Y si no lo consigo?
— Entonces esta magia te destruirá.
Damon se acerca, con el rostro serio.
— Ezra, no está lista.
Ezra se ríe, una sonrisa cruel estirando sus labios.
— Ella lo está. Simplemente no es consciente de lo que es capaz de hacer.
Tomo una respiración temblorosa.
— Entonces, muéstrame.
Ezra levanta una mano, y las runas en las paredes se iluminan bruscamente. Una ola de energía negra se propaga por la habitación. Mis piernas flaquean bajo la presión, pero me mantengo firme.
— Concédele poder, ordena Ezra. Deja que la magia fluya dentro de ti.
Cierro los ojos, buscando ese flujo de energía en mí. Lo siento, enterrado bajo la superficie —oscuro, bruto y ardiente.
— Tómala.
Extiendo una mano temblorosa hacia el círculo de runas. La energía responde de inmediato, subiendo por mis venas como una ola helada. Mi aliento se detiene.
— Sí... Eso es.
Mi cuerpo se tensa mientras la magia explota dentro de mí. Mis ojos se abren de par en par. Filamentos de energía oscura giran alrededor de mis manos, chisporroteando violentamente.
— ¡Controla eso, Alina!
La magia pulsa, salvaje e incontrolable. La siento retorcerse dentro de mí, buscando liberarse. Mi corazón golpea contra mi pecho.
— ¡No... no puedo hacerlo!
Una onda de energía estalla de mis manos. Ezra esquiva por poco mientras la pared detrás de él explota en fragmentos de piedra.
— ¡Alina! —grita Damon.
Mis rodillas golpean el suelo. La energía sigue vibrando en mis venas, ardiente e insoportable.
Ezra se acerca, agachándose frente a mí. Toma mi mentón, forzando mi mirada a cruzarse con la suya.
— ¿Sientes ese poder? Su voz es un susurro hipnótico. Te pertenece. Debes dejar de temerle.
— ¡Me consume! Aprieto los dientes, mis dedos hundiéndose en el suelo.
— No. No te consume. Él acaricia mi mejilla con la yema de los dedos, su mirada oscura suavizándose ligeramente. Te pertenece. Tómala. Domínala.
Cierro los ojos, respirando profundamente. Intento canalizar esta energía, atraerla hacia mí en lugar de rechazarla. Lentamente, los filamentos oscuros se enrollan alrededor de mis manos, formando una esfera de luz oscura.
— Sí... Eso es.
Vuelvo a abrir los ojos. La energía pulsa entre mis manos, oscura y estable esta vez.
Ezra sonríe.
— Perfecto.
Damon se acerca, con el rostro tenso.
— Basta, Ezra.
— Ella empieza a entender. Debe continuar.
— No esta noche.
Damon me agarra por la cintura y me ayuda a levantarme. Su mirada oscura está fija en Ezra con una hostilidad contenida.
— Si la empujas demasiado lejos, no volverá.
Ezra sonríe fríamente.
— Es más fuerte de lo que crees.
Damon aprieta su agarre alrededor de mí, su aliento caliente acariciando mi sien.
— No dejaré que la magia la destruya.
Coloco una mano sobre el pecho de Damon, sintiendo los latidos rápidos de su corazón bajo mi palma.
— Estoy bien.
Damon baja la mirada hacia mí, su expresión suavizándose.
— ¿Estás segura?
— Sí.
Ezra se ríe suavemente.
— Son patéticos.
Damon aprieta los dientes, pero me pongo entre ellos.
— Ezra. Si realmente quieres ayudarme, entonces enséñame. Pero respeta mis límites.
Ezra levanta una ceja, un brillo divertido en su mirada.
— Bien. Lo retomamos mañana.
Damon me guía hacia la salida, su brazo alrededor de mi cintura. Mi cuerpo aún tiembla, pero una extraña sensación de poder palpita en mis venas.
Mientras salimos de la habitación, Ezra murmura detrás de nosotros:
— No podrás huir de la magia eternamente, Alina. Un día, reclamará lo que le pertenece.
Un escalofrío recorre mi espalda. Damon aprieta mi mano con más fuerza.
— Estoy aquí —susurra.
Me acurruco contra él, pero la voz de Ezra aún resuena en mi cabeza.
El dolor aún palpita en mis venas cuando abro los ojos. La luz tenue de la mañana filtra a través de las cortinas de la habitación, proyectando un resplandor dorado sobre las sábanas arrugadas. Mi cuerpo está pesado, cada músculo tenso por el esfuerzo de ayer.
Me incorporo con dificultad, mis dedos rozando mi muñeca donde marcas negras, como filamentos de sombra, aún serpentean bajo mi piel. Mi corazón se aprieta. Esa energía oscura que liberé ayer... aún está allí, viva, palpitante en mis venas.
AlinaLa puerta se abre suavemente. Damon entra, una bandeja en las manos. Su mirada oscura se posa inmediatamente en mi muñeca, una sombra cruzando su expresión.— Estás despierta, murmura mientras deja la bandeja en la mesita de noche.Asiento con la cabeza, mi garganta seca. Se sienta al borde de la cama, su mano posándose suavemente sobre la mía.— ¿Cómo te sientes?Fijo la vista en los filamentos oscuros bajo mi piel, el corazón latiendo.— Diferente.Damon frunce el ceño. Rozando mi muñeca con la punta de los dedos, una onda de calor recorre mi piel, disipando ligeramente la oscuridad.— Has cavado demasiado profundo, murmura. Ezra nunca debió empujarte tan lejos.— Tenía que hacerlo, digo, mi voz temblando. No puedo quedarme débil, Damon. No ahora.Su mirada se oscurece.— ¿Realmente crees que esta magia te ayudará? No entiendes lo que realmente es.Me incorporo, una ola de determinación envolviendo mi corazón.— Entonces explícame.Él permanece en silencio un momento, su mirad
Alina El silencio de la noche es pesado. Las tinieblas envuelven la habitación como un abrazo helado, pero el calor que aún late en mis venas me impide encontrar el sueño. Mi cuerpo está tenso, mis músculos adoloridos por el brutal entrenamiento con Damon. Cada latido de mi corazón resuena en mis sienes, un eco sordo de la magia que he utilizado. Me giro en la cama, las sábanas deslizándose sobre mi piel desnuda. Mi respiración es corta. Damon se ha ido después de nuestra sesión, dejándome sola con el peso de este nuevo poder que late en mí. Pero no es solo la magia lo que me atormenta. Es esa mirada que tuvo al desafiarme, esa sonrisa oscura cuando sintió que comenzaba a dominar esta energía. Una parte de mí disfrutó al verlo ceder ante la fuerza de mi magia. Una parte más oscura. Cierro los ojos, pero una sombra se insinúa en mi mente. Una presencia. — ¿No puedes dormir? Mi respiración se congela. Una voz grave, suave, que desliza a lo largo de mi columna vertebral como un
Alina A la mañana siguiente, la luz gris del alba se filtra a través de las pesadas cortinas de mi habitación. Mi cuerpo está adolorido, marcado por la intensidad de la magia que Ezra ha despertado en mí. Mis párpados son pesados, mi respiración entrecortada. Sin embargo, estoy extrañamente alerta, como si una nueva fuerza fluyera por mis venas. Todavía estoy en la cama, las sábanas arrugadas alrededor de mi cintura, cuando la puerta se abre lentamente. Ezra entra en silencio, vestido con un pantalón negro y una camisa medio desabotonada. Su mirada resplandeciente se posa inmediatamente en mí. Se detiene en la entrada de la habitación, su expresión indescifrable. — Estás despierta. Su voz es baja, áspera, vibrante de una autoridad natural que despierta un escalofrío a lo largo de mi columna vertebral. Aprieto la sábana contra mi pecho. — No he dormido mucho. Ezra avanza, el sonido de sus pasos resonando suavemente en el parquet. Se detiene al pie de la cama, y su mirada in
AlinaMe dejo llevar por la ira, por la frustración. Una ola de energía explota entre nosotros. Ezra es proyectado hacia atrás, pero aterriza suavemente sobre sus pies, una sonrisa carnívora en el rostro.— Eso es. Deja que la magia fluya dentro de ti.Me enderezo, jadeante.— Voy a lograrlo.— Lo sé.Se acerca, y sin previo aviso, agarra mi mentón entre sus dedos.— Y cuando lo logres... me pertenecerás.Su beso es brutal, posesivo. Cedo, dejando que la magia arda en mis venas. No es amor, es una obsesión oscura y devoradora. Y en este instante, me entrego a ella por completo.El Vacío es un lugar sin tiempo, sin verdadera luz, solo este cielo oscuro surcado de relámpagos rojos y esta tierra fría bajo mis pies. Aún siento la magia pulsar en mis venas, viva y ardiente, como una bestia salvaje esperando saltar.Ezra está a unos metros de mí, inmóvil, con la mirada fría e intensa. Su rostro es una escultura perfecta de control y dominación, pero veo la luz depredadora en sus ojos. Está
AlinaMe dejo llevar completamente por la sombra.Con el aliento entrecortado, el corazón latiendo violentamente en mi pecho, me quedo frente a Ezra, la mirada fija en la suya. La energía oscura pulsa aún en mis venas, viva y ardiente, pero mis músculos tiemblan bajo el esfuerzo.Ezra está de pie frente a mí, torso desnudo, las sombras deslizándose a lo largo de su piel como serpientes vivas. Una gota de sudor recorre su torso, desapareciendo bajo el cinturón de su pantalón negro. Sus ojos brillan con un resplandor rojo oscuro, el reflejo de la magia que acaba de liberar.— Otra vez.Aprieto los dientes.— Estoy al límite.Ezra avanza un paso lento, depredador. Su sonrisa ladeada revela un destello de dientes blancos. Es magnífico en su brutalidad. Peligroso. Tentador.— ¿Crees que tus enemigos te dejarán tiempo para descansar?Retrocedo un paso, pero Ezra ya está sobre mí. Su brazo se envuelve alrededor de mi cintura y me aplasta contra su torso duro. Siento el calor de su piel contr
AlinaEl silencio reina en la caverna, solo interrumpido por el martilleo regular de mi corazón contra mi pecho. El eco de la pelea con Ezra resuena aún en mis músculos adoloridos. La magia en mí palpita débilmente, como una brasa que se niega a apagarse.Permanezco sentada contra la pared fría, con la respiración entrecortada y las piernas temblorosas. La tensión en el aire es aún palpable, impregnada de esa energía oscura que Ezra ha despertado en mí. Mis palmas están marcadas por ligeras trazas oscuras, vestigios del poder que he liberado.Ezra me ha dejado aquí, después de empujarme al límite. Ha despertado algo en mí, algo que no puedo controlar, pero que ya no puedo ignorar.Cierro los ojos. La imagen de su mirada intensa, de su sonrisa oscura y de la presión de sus manos sobre mi piel aún me persigue. No es solo la pelea lo que me ha perturbado. Es la forma en que me mira. Como si ya me perteneciera.— ¿Vas a quedarte ahí toda la noche?La voz grave y rasposa de Ezra rompe el s
Alina . No hay odio. Más bien… un hambre. Un vacío extraño en mi pecho, una pulsación oscura en mis venas que solo espera ser alimentada.No puedo negarlo. Este poder dentro de mí… me llama. Reclama a Ezra.Cierro los ojos, la respiración entrecortada.— Pareces perturbada.Me sobresalto violentamente.Una silueta se recorta en la entrada de la caverna. Ojos dorados brillan en la sombra, una sonrisa perezosa dibujándose en labios carnosos.Damon.El lobo negro avanza lentamente, su cuerpo ágil y musculoso iluminado por el tenue brillo de la luna. Lleva una camisa oscura abierta en su pecho, dejando entrever cicatrices finas que recorren su piel. Su cabello negro cae en mechones desordenados alrededor de su rostro.Me incorporo de un movimiento brusco.— ¿Qué haces aquí?Damon se arrodilla frente a mí, su sonrisa depredadora sin desvanecerse. Extiende una mano hacia mi mejilla, y me tenso.— Te vi. Con Ezra.Empujo su mano violentamente.— ¿Y qué?Su sonrisa se ensancha.— Entonces,
AlinaSu voz es ronca, al borde del rugido. Retrocede ligeramente, y su mirada oscura se clava en la mía. Las luces rojas que bailan en sus iris aún no han desaparecido. La rabia que siente hacia Damon es palpable en el aire.— No tenía que tocarte.Levanto una mano hacia su rostro, mis dedos rozando su mandíbula tensa.— Lo sé.Cierra los ojos un segundo bajo mi toque, luego su mano desliza a lo largo de mi mejilla, acariciando mi piel con una suavidad que contrasta con la violencia que acaba de desatar.— No dejaré que nadie se acerque a ti así.— Ezra...Sé lo que siente. Esa posesividad brutal, esa necesidad de reclamarme como suya. Una parte de mí arde de deseo de ceder, de abandonarme completamente a él. Pero otra parte... la que Damon ha despertado, resiste.Me aparto ligeramente, con la respiración entrecortada.— No puedes poseerme, Ezra.Un destello peligroso atraviesa sus ojos. Avanza un paso, su cuerpo rozando el mío.— Ya eres mía, Alina. Lo sabes.— No.Aprieta la mandíb