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Capítulo 29 – El despertar del poder  

Alina  

El silencio después de la explosión de luz es ensordecedor. Mi respiración es corta, mis manos aún tiemblan por el efecto de la descarga de energía que ha devastado el claro. Damon está tendido en el suelo, su torso elevándose débilmente bajo el peso de su respiración entrecortada.  

Me inclino hacia él, el corazón latiendo a un ritmo frenético.  

— Damon… ?  

Sus párpados tiemblan antes de abrirse lentamente. Sus ojos oscuros se cruzan con los míos, brillando con una luz de preocupación y asombro.  

— Alina… ¿Qué has hecho?  

Sacudo la cabeza, aún aturdida por el poder que brotó de mí hace unos momentos. Mis palmas hormiguean, como si una energía residual aún vibrara bajo mi piel.  

— No lo sé… murmuro.  

Damon gime al intentar incorporarse, pero lo retengo de inmediato.  

— No te muevas. Estás herido.  

— Estoy bien.  

Frunzo el ceño al ver la sangre que asoma en la comisura de sus labios. No está "bien". Ha recibido el golpe de lleno, y la magia oscura de Cillian ha dejado marcas visibles en su torso. Largas líneas oscuras surcan su piel, pulsando débilmente como una herida envenenada.  

— No estás bien. Paso mis dedos sobre una de las marcas, sintiendo la negrura silbar bajo mi piel. Necesito curarte.  

— No puedes. Su mano se posa sobre la mía, su mirada grave. Cillian ha utilizado una magia antigua. Esta maldición no puede ser rota fácilmente.  

— Entonces, encontraremos una manera.  

Me mira un momento, su mirada cargada de una mezcla de admiración y temor.  

— Alina… Lo que hiciste hace un momento…  

Tiemblen al recordar esa ola de energía que brotó de mí, arrancándome casi de mí misma. No era magia ordinaria. Era cruda, incontrolada… y familiar.  

— No sé qué era. Apretando los dientes, mi voz tiembla. Pero lo sentí… Había algo en mí, una fuerza antigua.  

Damon pasa sus dedos por mi mejilla, su mirada oscura fijándose en mí con una intensidad ardiente.  

— Yo también lo sentí. Esa magia… proviene de tu sangre.  

Frunzo el ceño.  

— ¿Mi sangre?  

— Tu legado, Alina. Estás ligada a algo poderoso… algo antiguo.  

Un escalofrío recorre mi espalda. Las palabras de mi madre regresan repentinamente a mi memoria: Eres especial, Alina. Un día, comprenderás por qué.  

Pero nunca supe lo que eso significaba. Hasta ahora.  

— Si este poder proviene de mí… entonces lo usaré. Me enderezo, el corazón latiendo con fuerza. Lo usaré para salvarte.  

Damon intenta levantarse, pero una mueca de dolor tensa su rostro.  

— No entiendes. Si usas esta magia sin controlarla… podría consumirte.  

— No me importa.  

— Alina… Toma mi mano, su mirada oscureciéndose. No quiero perderte.  

Me inclino hacia él, mi frente tocando la suya.  

— Y yo me niego a perderte.  

Coloco mis labios sobre los suyos en un beso desesperado. Su mano se desliza por mi cabello, atrayéndome hacia él a pesar del dolor que sacude su cuerpo.  

El sabor de la sangre se mezcla con el calor de su boca. Me besa con una urgencia febril, como si temiera que fuera la última vez.  

— Te salvaré, Damon. Te lo prometo.  

Me levanto, la mirada ardiente de una nueva determinación.  

— Encontraré a Cillian. Y esta vez… lo destruiré.  

— No irás a ninguna parte.  

Me giro bruscamente. Ezra emerge de la sombra, su largo abrigo negro ondeando tras de él. Su mirada penetrante está fijada en mí con una dureza glacial.  

— ¿Ezra?  

— ¿Qué piensas hacer exactamente? ¿Enfrentar a Cillian sola? Su tono es cortante, casi burlón.  

— Si tengo que hacerlo, sí.  

Ezra se ríe, su sonrisa torcida iluminada por la fría luz de la luna.  

— Estás loca. Cillian no es un simple lobo. Es el portador de un antiguo pacto. Su poder supera todo lo que puedas imaginar.  

— Entonces ayúdame. Me acerco a él, desafiándolo con la mirada. Si sabes cómo detenerlo, dímelo.  

Ezra me examina, su mirada negra detenida en mi rostro, como si buscara una fisura en mi determinación.  

— Has despertado algo.  

— ¿Qué?  

— Una magia antigua. Sanguínea. Es la sangre de la línea real de los omega. Tienes esa magia dentro de ti… Pero es inestable. Si no la controlas, podría destruirte.  

— Entonces, enséñame a dominarla.  

Ezra arquea ligeramente las cejas.  

— ¿Hablas en serio?  

— Más que nunca.  

Me evalúa un momento, su sonrisa cruel ampliándose lentamente.  

— Muy bien, Alina. Si estás lista para sumergirte en la oscuridad… te enseñaré.  

Un escalofrío recorre mi espalda. Damon aprieta mi mano, su mirada preocupada.  

— Alina…  

— Lo haré, Damon. Por ti.  

Ezra extiende la mano hacia mí.  

— Entonces ven. El entrenamiento comienza ahora.  

Tomo una última respiración antes de colocar mi mano en la suya.  

Un escalofrío helado recorre mi columna vertebral. Ezra sonríe.  

— Bienvenida a la sombra, Alina.  

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