Alina
El silencio de la noche es pesado. Las tinieblas envuelven la habitación como un abrazo helado, pero el calor que aún late en mis venas me impide encontrar el sueño. Mi cuerpo está tenso, mis músculos adoloridos por el brutal entrenamiento con Damon. Cada latido de mi corazón resuena en mis sienes, un eco sordo de la magia que he utilizado.
Me giro en la cama, las sábanas deslizándose sobre mi piel desnuda. Mi respiración es corta. Damon se ha ido después de nuestra sesión, dejándome sola con el peso de este nuevo poder que late en mí. Pero no es solo la magia lo que me atormenta. Es esa mirada que tuvo al desafiarme, esa sonrisa oscura cuando sintió que comenzaba a dominar esta energía. Una parte de mí disfrutó al verlo ceder ante la fuerza de mi magia. Una parte más oscura.
Cierro los ojos, pero una sombra se insinúa en mi mente. Una presencia.
— ¿No puedes dormir?
Mi respiración se congela. Una voz grave, suave, que desliza a lo largo de mi columna vertebral como un