Capítulo 236: No eres mi mamá

El cielo lucía despejado aquella mañana, pero dentro de la mansión se respiraba una pesadez indescriptible. Desde temprano, José Manuel había intentado animar a Samuel para que bajara a desayunar, pero el niño, de rostro pálido y ojos hinchados por la falta de sueño, permanecía en silencio, absorto en sus pensamientos, con el cuerpo ligeramente encorvado sobre la silla del comedor.

José Manuel colocó una taza de chocolate caliente frente a él y se sentó a su lado. Intentó una sonrisa, aunque le costó.

—Samuel… por favor, hijo. No puedes seguir así. Necesitas comer algo —dijo con un tono paciente, aunque ya con preocupación evidente.

El niño no respondió. Solo desvió los ojos hacia su plato, luego hacia su padre, y luego de nuevo hacia la nada. Era evidente que aún le dolía la despedida del día anterior. Desde que se habían ido de la casa de Eliana, algo se había roto dentro de él. No solo la distancia lo dolía, sino la certeza de que su hogar no tenía forma fija. Ni paredes, ni nombre
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